La Liga argentina se inicia en un estado de bancarrota
El fútbol argentino es un balón hinchado a punto de reventar. El próximo domingo comienza el ahora llamado Torneo Apertura, uno de los dos en que han sido dividida la Liga tradicional, sin que los clubes puedan garantizar el pago de los salarios mensuales a sus jugadores y empleados.El Gobierno suspendió por 60 días el cobro de las deudas que tienen con empresas y organismos del Estado y estudia la organización de un nuevo concurso de pronósticos deportivos (Prode) para conseguir recursos extra. Ya no quedan jugadores para vender al exterior y la mayoría de los clubes que basan su presupuesto en el fútbol profesional están en quiebra.
River y Boca, los dos equipos más populares del país, tienen pasivos de unos cuatro millones de dólares cada uno y no pueden pagar ni siquiera los intereses de esas deudas. El presidente del River, Alfredo Davicce, admite que la plantilla aún no cobró las cuotas vencidas de las primas, los salarios del mes de julio y los premios especiales por ganar la última Liga. "Además", advierte Davicce, "este año tuvimos que rebajar a la mitad el dinero de las primas. Los jugadores saben que es mejor eso a no cobrar nunca nada".
El Boca, por su parte, decidió vender a un grupo francés la mitad de los terrenos ganados al Río de la Plata donde había comenzado a construir su ciudad deportiva. La base de la plantilla es la misma de la temporada anterior y sólo ha incorporado a jugadores que no tenían contrato con ningún otro club. En la misma situación se encuentra el resto de los llamados grandes: Racing, Independiente, San Lorenzo y Huracán.
La crisis económica de los clubes de fútbol, que se inscribe dentro de la que padece el país desde hace más de 15 años, estuvo a punto de estallar hace un mes. Los clubes grandes formaron un bloque para reclamar un porcentaje mayor de las recaudaciones en cada partido, que hasta ahora se distribuían por partes iguales entre los equipos.
Los poderosos amenazaron a los chicos, los que tienen menor convocatoria de aficionados, con disputar una liga profesional al margen de la oficial que organiza la Asociación del Fútbol Argentino (AFA). La presión finalmente dio resultado y desde el próximo domingo los grandes se llevarán el 60% de las recaudaciones.
Estadios vacíos
Las cifras indican que cada vez son menos los asistentes a los estadios de fútbol, lo que revela la extrema gravedad de la crisis. Sólo unas 20.000 personas pagaron cada domingo la pasada temporada por ver al River, el campeón. El Boca, considerado el más popular, reunió apenas 15.000 aficionados por partido. Detrás de ellos, la estadística es ya dramática. El Deportivo Español, por ejemplo, convoca apenas a 2.000 personas cada domingo en su estadio.La AFA, que ha tenido superávit por el título de la selección argentina en la Copa del Mundo de 1986 y también porque llegó a la final en el último torneo disputado en Italia, ya no puede tampoco sostener a los clubes con su política de préstamos. El estado de emergencia obligó a la intervención del Gobierno.
El presidente de la nación, Carlos Menem, recibió a los directivos de los clubes el domingo 22 de Julio y les concedió una prórroga de 60 días para las deudas que mantienen con las empresas proveedoras de luz, gas y agua, y con las cajas de jubilaciones que administra el Estado.
Por otro lado, una huelga de jugadores profesionales abortada a última hora dio aún más el toque patético al comienzo de la Liga. El conflicto se desató cuando el Argentinos Juniors negó la libertad de contratación a dos de sus jóvenes estrellas, el delantero Silvio Rudinan y el centrocampista Fernando Redondo. Los Jugadores reclamaron ante la justicia laboral porque recibieron el telegrama de su club 16 días después de vencido el plazo legal. El Ministerio de Trabajo intimó a la Asociación de Fútbol, y el presidente del Consejo Nacional del Deporte, Fernando Galmarini, comunicó a la AFA la "inquietud" del Gobierno, que deseaba el comienzo normal de la Liga.
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