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Entrevista:Carlos Ferrer SalatPresidente del COE, del Banco de Europa y de los empresarios europeos

"Yo tengo poca autosatisfacción"

Carlos Ferrer Salat, empresario catalán, actual presidente del Comité Olímpico Español entre otros cargos conocidos, ya no volverá a hacer incursiones exploratorias en política, aunque seguirá almacenando el más amplio muestrario de consejos de administración, de presidencias ejecutivas, de cargos ornamentales y de incógnitas sobre por qué esta personalidad predeterminada y autocorregida no llega a desbordarse.Pregunta. Su imagen es aparentemente contraria a la de un self made man. En cierto modo usted nació ya predeterminado, como los príncipes o los buenos mendigos.

Respuesta. Permítame precisar. En algunos aspectos, como el de una tradición empresarial en la familia o un ambiente de educación, digamos, esmerada, es posible que las circunstancias me hayan favorecido. Pero ral empresa la empiezo yo solo; el banco lo empiezo yo solo; el Círculo de Economía de Barcelona lo creamos, yo entre ellos, un grupo de amigos; la CEOE la creé y presidí yo inicialmente, y las carreras que he estudiado no las ha estudiado nadie por mí. A mí me gusta crear partiendo de cero, como partí de cero en mi banco, en mi empresa, en las distintas fundaciones que presido...

P. Digamos, entonces, que usted nació con una raqueta en la mano, con la que llegó a ser seleccionado para jugar la Copa Davis, y en un ambiente en el que resultaba imposible no llegar a nada. En este sentido, usted, más que un self made man, sería más bien un hombre predestinado, predeterminado, prefabricado en cierto modo, aunque muy reelaborado luego, muy retocado, muy perfeccionado por usted mismo, a su gusto.

R. Bien, digámoslo.

P. Y eso le debe producir una gran satisfacción. ¿Cómo vive esa autosatisfacción?

R. La vivo poco porque tengo poca autosatisfacción. En primer lugar, no tengo tiempo de pensar en el pasado o en el presente, porque siempre estoy pensando en lo que voy a hacer. Y como siempre se hace menos de lo que se quiere, más que de auto satisfacción yo hablaría a veces de un cierto grado de resignación, aunque ésa no sea la palabra justa. Yo nunca califico mi estado de ánimo o de complaciencia con un 9 o un 10 sobre 10; a lo más que llego es a adjudicarme un 7 o un 8.

P. Economista, químico, banquero, dueño de un grupo farmacéutico, ex jugador de la Copa Davis, consejero de IBM, Electrolux, Seat..., presidente de la Unión de Confederaciones de la Industria y de los Empleadores de Europa (UNICE), presidente del Comité Olímpico Español (COE)... ¿Por qué no ha explotado todavía?

R. ¿En qué sentido?

P. En el sentido en que han explotado, por ejemplo, el torero Espartaco, Mario Conde, incluso antes de ser banquero, el centrocampista Martín Vázquez, y, ya en un terreno más entrañable, Martirio o Paco Clavel... Personas con mucho menos equipaje que usted han explotado espectacularmente.

R. Tal vez sea porque no tengo ningún motivo o ningún deseo. Yo estoy, como le dije, moderadamente satisfecho de mí mismo.

Pensar en el pasado

P. Pero se suele explotar involuntariamente o inopinadamente.

R. Bueno, yo no puedo pensar en eso. Yo sólo pienso en lo que hay que hacer, y explotar es un poco pensar en el pasado, creo yo al menos. En fin, no sé por qué no he explotado.

P. A la derecha política la tiene usted muy abandonada desde que se le consideró en determinado momento como la gran esperanza conservadora.

R. Es que yo no me he dedicado a la política. Yo me he dedicado siempre a la sociedad civil. Una cosa es el Estado y los que pretenden conquistarlo, que son los partidos, y otra cosa somos los demás. Yo formo parte de los demás.

P. ¿Entonces ya no recibe presiones para entrar en política?

R. No, en un momento dado sí las recibí, pero ahora tengo la política descartada.

P. ¿Hay mucha competencia en el espacio conservador?

R. No lo sé, pero creo que hay muchas personas mejores que yo.

P. ¿Realmente?

R. Yo soy liberal. Lo he sido siempre. Es mi forma de ver las cosas.

P. Hombre duro, hombre blando. Cuando jugaba al tenis de competición, ¿qué veía al otro lado de la red?

R. Un adversario a quien ganar, como todo deportista.

P. Cuando negocia con un representante sindical, ¿qué ve al otro lado de la mesa?

R. Normalmente veo una persona, una entidad o unos objetivos con los que hay que llegar a un acuerdo. Así lo hacíamos en España y así lo hacemos ahora a nivel europeo. Entre la UNICE, que presido, y la Confederación Europea de Sindicatos hay ahora una mesa redonda, aunque, como es sabido, no hay identidad de criterios en el terreno social entre un país como el Reino Unido y otro como España o Francia.

P. Usted acaba de decir que nos están birlando los nuevos mercados que se abren en el Este europeo. ¿Se trata de desatención del Gobierno o de incapacidad de los empresarios españoles?

R. La pregunta habitual no es ésa. Habitualmente se pregunta si al abrirse los países del Este van a reducirse las inversiones extranjeras en España.

P. ¿Por qué se rebeló la CEOE, que usted presidía, contra el Gobierno de UCD nada más haber sido impulsada, alentada y casi amamantada por Abril Martorell?

R. No hubo tal rebelión, pero tenga en cuenta que en aquellos tiempos, aunque ahora resulte inconcebible, estaban sobre el tapete político temas que a nuestro parecer erosionaban mucho la economía de mercado, y no se sabía con certeza si iba a implantarse o no. En aquel tiempo luchamos con mucho coraje a favor de la economía de mercado.

P. Pero Abril Martorell se llevó una sorpresa desagradable cuando vio que su criatura empresarial, la recién nacida CEOE, hacía las maletas y se ponía a vivir por su cuenta. Ése es uno de los hechos importantes de la transición y que modificaba una serie de previsiones.

P. Nosotros conservamos un gratísimo recuerdo de Abril Martorell. Recuerdo siempre la creación de la CEOE, el día de San Pedro de 1977, en septiembre.

'La hoguera de las vanidades'

P. ¿Qué libros ha escogido este verano?

R. Leo poca novela, ya que tengo que dedicarme preferentemente a la lectura de montañas de informes. Ahora, sin embargo, estoy leyendo La hoguera de las vanidades, muy interesante, y otro de un ensayista francés sobre los avances de Europa. Pero detrás de mi asiento el montón de documentos que me espera alcanza por lo menos 1,30 metros.

P. Lo que un buen enano.

R. Sí, y no hay paja en todos esos dossiers, todo es sustancia, informes de Giscard d'Estaing, estudios sobre la unión monetaria europea, la unión política o fiscal... Y luego informes deportivos, claro.

P. El COE le dará trabajo.

R. Yo me dedico al aspecto empresarial del deporte, un terreno que me gusta mucho. Pero da obviamente trabajo. En septiembre tenemos que elegir ya la ciudad sucesora de Barcelona para las Olimpiadas de 1996. La reunión será en Tokio.

P. ¿Ha perdonado ya a José Borrell por haberle llamado hace siete años hechicero africano?

R. Nunca he estado ofendido. En su momento la calificación me pareció pintoresca. Recuerdo que fue en un debate en el que alguna valoración mía sobre la situación económica debió de herir a alguien.

P. Como jefe de los empresarios europeos, ¿qué aconsejaría a sus colegas españoles y a su Gobierno para penetrar en los nuevos mercados del Este?

R. Ante todo, implantación. Mucho más importante que la firma de un contrato determinado, por muy sustancioso que éste sea, es una red de establecimientos en cada uno de esos países para desarrollar en ellos una estrategia mercantil a medio y largo plazo. No olvidemos que el 25% de las exportaciones norteamericanas se realiza a filiales suyas en el extranjero.

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