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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Sadam, frente a todos

LA HUIDA hacia adelante de Sadam Husein -anexionando a Kuwait después de haber anunciado, a raíz de su invasión, que retiraría sus fuerzas en breve plazo, y llamando a la guerra santa contra EE UU y contra varios Gobiernos árabes- ha tenido como efecto una ampliación y consolidación del frente político que se ha constituido a escala mundial para responder a su agresión. Lo puso de relieve la última votación en la ONU rechazando la anexión de Kuwait, votada por unanimidad, ya que incluso Cuba y Yemen renunciaron a su anterior abstención. Aún más significativa ha sido la reunión de la Liga Árabe en El Cairo, que no sólo ha condenado por mayoría la agresión de Irak, sino que ha decidido crear una fuerza armada conjunta para contribuir a la defensa de Arabia Saudí. Lo primero que se desprende de la reunión de El Cairo es el aislamiento de Irak. Y la certeza de que la presión del mundo árabe -de diversas formas- debería ser un factor esencial para lograr una solución que ponga fin a la agresión de Sadam Husein.Al mismo tiempo, las resoluciones de la Comunidad Europea (CE) y de la OTAN en Bruselas contribuyen a reforzar los otros factores -militares, políticos y económicos- que se están desarrollando para contener al agresor. Ha sido positivo que la CE haya celebrado una reunión previa a la de la OTAN, a pesar de ciertos recelos de EE UU. Así se destaca el papel propio que los europeos debemos desempeñar en este y en otros eventuales conflictos internacionales. La OTAN ha hecho lo que podía hacer en losmarcos de su competencia: afirmar que Turquía, único miembro de la Alianza fronterizo con Irak, sería defendida si fuese atacada por este país; y expresar su apoyo al envío de tropas estadounidenses a Arabia Saudí, apoyo que se ha plasmado ya en las facilidades que España, Italia y otros países han dado con sus bases a los traslados militares de EE UU.

Esta operación norteamericana, aunque no esté directamente enmarcada en las resoluciones de la ONU, desempeña un papel esencial para que éstas puedan ser efectivas. El arma decisiva para paralizar a Irak es que no pueda vender su petróleo. Para ello hace falta el corte de los oleoductos que pasan por Arabia Saudí y por Turquía, y tal corte hubiese sido imposible sin la garantía por parte de EE UU de un nivel mínimo de seguridad a esos dos países. Por ello no cabe identificar esta acción militar con otras anteriores, como la de Panamá, y es natural que encuentre no ya el respaldo de la OTAN y la CE, sino una actitud solidaria por parte de los países que desean el éxito de las medidas decretadas por la ONU.

Otro aspecto esencial es la concentración de fuerzas navales en el Golfo, en la que, al lado de EE UU y el Reino Unido, participan Francia, la RFA, la URSS, Canadá, Australia y otros países que puedan incorporarse en los próximos días. Pero conviene dar a esta presencia naval mayor coordinación y un objetivo político más neto. Estados Unidos ha hablado de la conveniencia de que la ONU decrete un bloqueo naval para garantizar la plena efectividad de su resolución anterior sobre el cese de toda relación comercial con Irak. La URSS parece asimismo favorable, como ya hemos indicado más arriba. Tal paso ayudaría a conjuntar, en el marco de la ONU, los diversos factores que deben contribuir a paralizar al agresor.

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Nos encontramos en el primer gran conflicto de la posguerra fría, y ello explica la disparidad de ciertas actitudes, y a la vez ciertas convergencias novedosas. Pero una preocupación esencial de los europeos en esta situación debería ser la de no dejar ningún flanco abierto a la propaganda de Sadam, que se presenta como defensor de los pobres del Sur frente a los ricos del Norte, propaganda que encuentra eco en sectores desamparados del mundo árabe. A la vez, ha sido muy oportuno que la CE exprese, en su resolución de Bruselas, su deseo de "mantener estrecho contacto con los países árabes" y ofrezca "su ayuda a los esfuerzos de éstos destinados a reducir la tensión y restaurar la legalidad". En este frente político, la aportación española debería ser particularmente importante.

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