Una reliquia
GONZALO ARGOTE, Dentro de pocos años, la suerte de varas será una reliquia histórica: algo así como el salto de la garrocha, o al trascuerno, o el uso de los perros o de la media luna. En los últimos 10 festejos que hemos presenciado, no recordamos ni un solo toro o novillo que haya tomado más de un puyazo. Lleva el mismo camino, aunque más lentamente el de banderillas. Más de un presidente tiene la costumbre de cambiar el tercio con dos pares, e incluso con uno. Al final, todo se reconduce a que la res soporte numerosos pases, con andar cansino y carencia de emoción.
Todo este exordio viene como anillo al dedo a la primera corrida de la feria malagueña. El encierro tuvo una presentación impecable. Astifino,todos excedían con creces del peso reglamentario. Tres de ellos en más de un centenar de kilos. Pero todo era fachada. Ninguno tomó más de una vara. Todos carecieron de fuerza para aguantar la lidia completa. Alguno, como el burraco lidiado en -quinto lugar, se tumbó en el último tercio y costó Dios y ayuda levantarlo. Todos llegaron a la muleta defendiéndose por la falta de fuerzas.
Benítez / Esplá, Mora, Viña
Toros de Benítez Cubero, bien presentados, astifinos, descastados y sin fuerza. Luis Francisco Esplá: estocada caída (oreja); estocada desprendida (petición y ovación y salida a los medios). Juan Mora: bajonazo (ovación); tres pinchazos y descabello (palmas). Rafi de la Viña: dos pinchazos y tres descabellos (ovación); estocada corta caída y tres descabellos (palmas).Plaza de La Malagueta, 11 de agosto. Primera corrida de feria. Media entrada.
Con esas catedrales de papel los toreros estuvieron por encima. Luis Francisco Esplá toreó su primero, el menos débil del encierro, con muy estimables muletazos sobre la mano derecha en sendas series. Al natural lo llevó con temple y torería. Acabó la faena con ayudados por alto, un afarolado y un buen pase de pecho. Su segundo se vencía por ambos lados, y en el remate derrotaba para defenderse. Estuvo aseado y valiente. Con las banderillas hubo más ruido que nueces. Casi siempre clavó a cabeza pasada. Muy comprometido el cuarto par a su primero.
Juan Mora brilló especialmente con el capote. Toreó a la verónica en tres ocasiones excelsamente. Tuvo el lote más deslucido. Su primero acusaba un incómodo calamocheo, y era difícil templarle la investida. Cuando se echó la muleta a la izquierda, el toro se quedaba ya muy corto. El quinto, el burraco que se acostó, no aguantaba tres muletazos seguidos, ni con la muleta a media altura.
Rafi de la Viña manejó el capote con variedad y acierto: una larga cambiada de rodillas, verónicas ganando terreno, galleo por chicuelinas... Su primero, antes de que se quedara parado, le puso el pitón en el cuello en un intento de natural. En cuanto le obligaba se caía. El sexto, no humillaba ni aunque le pusieran una gavilla de alfalfa en la muleta. Acabó embistiendo al paso, y frustrando los deseos del torero.
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