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Pujol recuerda a Roca, que no necesita sucesores

Las exigencias de Miquel Roca de ser designado implícitamente sucesor de Jordi Pujol y de que, además, se le garanticen unas funciones similares a las de un conseller en cap -figura inexistentente en el actual Gobierno catalán y equiparable a una vicepresidencia- en el Ejecutivo nacionalista que eventualmente surja de elecciones autonómicas de 1992, tienen bloqueada la nominación del candidato de Convergéncia i Unió (CiU) a la alcaldía de Barcelona. Medios cercanos al presidente de la Generafitat han señalado que Pujol no está dispuesto a hacer concesiones sobre su sucesión, al enterider que se encuentra "en plena madurez política", y recuerdan que el deseo del máximo líder nacionalista catalán es que Roca sea candidato a la alcaldía.Pese a que Roca aseguró el pasado jueves: "No soy candidato a nada, ni quiero asegurar la sucesión a nadie", fuentes convergentes sostienen que el diputado y secretario general de CDC aceptaría ser candidato a la alcaldía si se le garantizara su nominación como delfin de Pujol en el partido y en el futuro Gobierno catalán. Esta contrapartida tiene su origen en el temor de Roca de resultar derrotado en las municipales frente al actual alcalde, el socialista Pasqual Maragall. [Una encuesta interna de CiU, difundida ayer por El Periódico de Catalunya, señala que los socialistas superan en un seis por ciento a la coalición nacionalista.]. La decisión del comité de Barcelona de Convergéncia de proponer a Roca como candidato a la alcaldía en las elecciones del año -próximo, ha abierto prematuramente un debate sobre la sucesión de Pujol, que algunos dirigentes del partido no querían.

Irritación

Además, cualquier comentario sobre este asunto irrita sobremanera al presidente de la Generafitat, quien reivindica la validez de su modelo político y sostiene que, a sus 60 años de edad, se encuentra en plena madurez política. Como ejemplo, Pujol ha puesto el del presidente de la Re pública Francesa, François Mitterrand, que tiene 74 años. Pujol ya comunicó a principios de mayo a Miquel Roca que deseaba que él fuera el candidato nacionalista para dar la batalla a Maragall. Lo justificó por la ¡mportancia que tenían en esta ocasión las elecciones municipales: el alcalde que salga de ellas inaugurará los Juegos Olímpicos de 1992. El máximo dirigente nacionalista expuso otras dos premisas: CiU debe optar seriamente a la alcaldía de Barcelona y no dar la sensación de que son unos comicíos que da por perdidos de antemano. Y segundo y más importante: es necesario tensar el electorado nacionalista, de cara a las próximas elecciones autonómicas, para tratar de conservar la mayoría absoluta.

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