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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Desconcierto italiano,

DE INSÓLITA puede ser calificada la iniciativa del presidente de la República Italiana, Francesco Cossiga, de enviar una carta al jefe del Gobierno, Andrecitti, apremiándole a indagar la veracidad de las acusaciones del ex agente de la CIA Dick Brenneke sobre los apoyos prestados por Estados Unidos a las acciones terroristas fomentadas por la logia Propaganda Dos (P-2) que conmocionaron a Italia en el curso de los años setenta. ¿Cómo se explica que un presidente con poderes constitucionales bastante limitados haya decidido enviar una carta de estas características? Cossiga ha querido, a todas luces, hacerse eco del desconcierto en que se halla sumida la opinión italia na ante hechos gravísimos que ponen en entredicho la eficacia y honradez de algunas de las principales instituciones del Estado.La absolución por el tribunal de apelación de los fascistas condenados por el atentado terrorista de la estación de Bolonia en agosto de 1980, que causó 85 muertos y 200 heridos, ha provocado estupor y desesperación. La sentencia, sin negar la existencia de un grupo armado fascista entre cuyos planes estaba colocar una bomba en la estación de Bolonia, absuelve a los cuatro terroristas condenados a cadena perpetua en primera instancia. Aún esmás sorprendente la parte de la sentencia referente a los que fomentaron y encubrieron el horrible crimen: por un lado, anula la condena del jefe de la logia P-2, Licio Gelli, el cual fue considerado culpable en el primer juicio, junto con varios jefes de los servicios militares secretos, de haber falseado las pistas para engañar a la justicia. En cuanto a dichos jefes, el general Musumeci y el coronel Belmonte, la sentencia les sigue considerando culpables del delito de falsificación de pistas, pero no establece relación entre ese hecho y la barbarie fascista en sí, y en consecuencia, reduce considerablemente las penas.

Ell peor efecto de esta decisión judicial es el de haber dado al país una sensación de indefensión legal ante la acción de determinadas organizaciones secretas que logran, por su penetración en puntos claves del aparato estatal, paralizar la acción de la justicia. Es grave que esto siga ocurriendo en Sicilia y en zonas del Sur, donde tienen su imperio las diversas mafias. Pero resulta mucho más preocupante comprobar que se pueden dar fenómenos de ese género en una escala mucho mayor. Incluso -y ello explica la reacción ta jante del presidente Cossiga- con ramificaciones fuera del territorio italiano. Se comprende, pues, que el presidente italiano haya querido dar una señal de que se ha alcanzado el límite de las incertidumbres, si bien no caben excesivas esperanzas de que su llamada de alerta surta efecto. El carácter especial de la demo cracia italiana, con un solo partido gobernando du rante 45 años, apoyado en un sistema clientelar cuyo ovillo de complicidades abarca desde las pequeñas corrupciones hasta los crímenes maflosos, no propicia el optimismo de la razón.

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