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Voces airadas

El proyecto de reconversión del Alcázar de Toledo despertó fuertes protestas en círculos militares y sectores conservadores de la sociedad toledana que se oponían a que desaparecieran las instalaciones militares que allí funcionaban.En 1984, cuando se iniciaron los primeros contactos entre el gobierno regional de Castilla-La Mancha con el Ministerio de Defensa para dar un uso cultural a un edificio de gran valor histórico, que se consideraba infrautilizado, las, hasta entonces, vacías salas del edificio comenzaron a tener un uso militar que hasta entonces no tenían. Ese año se trasladó al Alcázar el Gobierno militar, la caja de reclutas, la zona de reclutamiento, el museo de armas blancas y la intendencia.

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En 1986, en el 50 aniversario del final del asedio, empezaron las protestas públicas. Grupos reducidos de personas reivindicaron en un acto público el uso exclusivamente militar de la fortaleza con voces que gritaban: "Alcázar militar" y "Un Alcázar nuestro". Entre los concentrados se encontraban jóvenes con la bandera anticonstitucional, que lucían blusas azules y boinas rojas de re quetés.

Se publicaron en diversos medios artículos que llamaban a la "defensa del bastión inex pugnable". En el diario Expansión se citaba al historiador Ricardo de la Cierva que afirmaba: "Si alguien tratase de cegar la historia y de sepultarla bajo falsos oropeles culturales, estoy seguro de que Toledo se alzaría contra esa provocación".

En el diario Abc, en septiembre de 1986, se publicó también una tribuna en la que el autor se preguntaba si en las nuevas actividades culturales que se desarrollarían en el patio central, como posibles conciertos y representaciones, "se danzaría sobre los muertos" que se encontraban enterrados en los sótanos, y que, probablemente permanecerían allí.

El senador José Lara del Grupo Popular presentó ese mismo año (1986) una interpelación en la que se pedían explicaciones al Gobierno de la nación sobre las actuaciones emprendidas en el Alcázar.

Sin embargo, no todo fueron protestas. Poco después de la aparición de estas opiniones, un grupo de artistas plásticos toledanos integrados en la asociacíón cultural Tolmo -que este año han recibido el premio Real Fundación de Toledo- manifestaron su apoyo a la nueva iniciativa para la mejor utilización del Alcázar diciendo que se trata de un "monumento histórico perteneciente al patrimonio cultural de todos desde hace siglos", y que su nuevo uso puede convertirlo en "el símbolo cotidiano de las nuevas generaciones que no vivieron la guerra civil".

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