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La revuelta de los sin casa en Israel

La llegada de miles de inmigrantes judíos de la URSS provoca una grave crisis de la vivienda

Familias con dificultades de alojamiento han comenzado a vivir en tiendas, en 24 lugares diferentes, del norte al sur de Israel, y exigen un hogar decente. Cada día, nuevos grupos de personas van a reunirse con los que ya están en los campamentos. Cada día, o casi, nuevas tiendas son instaladas en los jardines públicos, parques y terrenos cercanos a las ciudades. Al comienzo, los sin casa se contentaban con protestar contra la apatía y la incuria de las autoridades responsables. Ahora la revuelta ruge y comienzan las violencias.

Cócteles molotov han sido lanzados en las puertas del Ministerio de la Vivienda y un alcalde israelí ha sido herido por un puntapié de una madre de familia desesperada. En un suburbio de Tel Aviv, los sin casa bloquearon la calle con basura y posteriormente ocuparon cuatro autobuses. La policía, después de una larga negociación, liberó los autócares, que algunos jóvenes padres de familia querían incendiar.¿Qué es lo que ocurre? "Todo esto es culpa de los inmigrantes rusos", dice una joven, con dos hijos, embarazada de un tercero, que acaba de ser echada de su vivienda. ¿Por qué? El contrato de alquiler había finalizado y el propietario exigía el doble: 500 dolarips (más de 50.000 pesetas) en lugar de los 260 dólares que pagaba hasta entonces. "Nosotros, mi marido y yo, ganamos juntos 1.100 dolares por mes. Imposible pagar la mitad en alquiler. ¿De qué viviríamos?".

Subida de alquileres

La crisis de la vivienda, provocada por la llegada de decenas de miles de inmigrantes judíos procedentes de la Unión Soviética, entraña una brusca subida de los alquileres. En especial porque la Agencia Judía financia los alquileres de los nuevos inmigrantes durante un año. La ley del mercado hace el resto.Los propietarios de las casas, en Israel, son como en todo el mundo. Piden que el mercado les permita obtener el máximo. Resultado: miles e incluso decenas de miles de familias israelíes vuelven a encontrarse en la calle.

Por el momento, la cólera de los sin casa está menos dirigida contra los judíos soviéticos que contra el Gobierno. Un israelí no condena fácilmente la inmigración, vaca sagrada del sionismo y razón de ser del Estado de Israel. Cada sabra (nacido en el país) es consciente de que su padre o su abuelo también fueron inmigrantes.

Entre tanto, se oyen frases del tipo "Si no estás contento, vuélvete a Rusia". A partir del próximo agosto, se espera la llegada de 22.000 judíos soviéticos por mes. De aquí a cuatro meses todas las reservas de alojamiento, incluidas las de los hoteles, las casas de reposo, y los kibutzim (granjas agrícolas en régimen de cooperativa), se agotarán.

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A la espera de la construcción de 40.000 apartamentos, el ministro de la Vivienda, Ariel Sharon, tiene la intención de alojar a los miles de inmigrantes en campos militares.

Algo está claro: si el Gobierno israelí no logra suministrar alojamientos con alquileres moderados, tanto para las jóvenes parejas como para los nuevos inmigrantes, habrá una revuelta. "Debemos elegir: los territorios o los inmigrantes rusos", afirma Teddy Kollek, alcalde de Jerusalén.

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