_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un nuevo partido

EL 28º Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), que hoy se inicia en Moscú, ha sido convocado con el ambicioso proyecto de efectuar una renovación interna tan profunda que en principio debería equivaler a la creación de un partido distinto. Estamos, pues, ante la hora de la verdad para todo el proceso reformador que está viviendo la Unión Soviética. Ello se produce en un marco político sumamente complejo, cuando fuertes tensiones sacuden a ese inmenso país. Si en el tema de Lituania se apunta un compromiso -que tendría efectos saludables en las otras repúblicas bálticas-, las graves carencias de abastecimiento y de la economía generalizan el descontento de la población. En ese clima, los enemigos de la perestroika levantan la cabeza y refuerzan su actividad.La plataforma que Gorbachov presenta al congreso incluye puntos que rompen con lo que ha sido la trayectoria histórica del PCUS: desde reconocer la propiedad privada hasta preconizar una democracia con pluralidad de partidos y un socialismo humanista y democrático. Un programa obviamente inaceptable para los que siguen atados a la ortodoxia comunista y cuyo peso es aún considerable en el aparato del PCUS, en parte a causa de la política excesivamente cauta seguida por el propio Gorbachoy. Ello se ha puesto de relieve en el congreso constitutivo del Partido Comunista de Rusia, que acaba de celebrarse en Moscú. Fue como una reaparición del partido de los años oscuros. Los conservadores dominaron ese congreso y lanzaron durísimos ataques contra Gorbachov amparándose en el credo del marxismo-leninismo y con el preocupante apoyo de un grupo de altos mandos militares. El hecho más grave es que la organización rusa representa el 60% del partido de toda la Unión Soviética y que, por tanto, sus delegados tienen un peso casi determinante en el congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética.

Ello explica el intento de los reformistas de retrasar este congreso para poder prepararlo con más tiempo y con métodos más democráticos: en el congreso ruso, la mayor parte de los delegados eran burócratas del aparato. El Comité Central ha rechazado el aplazamiento, lo que constituye una baza más para los conservadores. Por tanto, es posible que en el congreso que hoy conuenza se repita lo sucedido en el congreso ruso: que los conservadores dominen y asfixien el proyecto renovador. En tal caso, Gorbachov, incluso si fuese reelegido para la máxima dirección, sería un prisionero de los sectores enemigos de la perestroika.

Pero ya no estamos en 1985. Gorbachov es presidente de la URSS, independietiteménte de su cargo en el partido. Podría, pues, gobernar el país incluso si abandonase la dirección del PCUS; pero dar ese paso supondría aún hoy serios riesgos. Por debilitado que esté el PCUS, sigue siendo el principal aparato para gobernar la inmensa Unión Soviética. Si en las grandes ciudades las asambleas elegidas tienen ya un poder real, no es lo mismo en las zonas en que sólo funciona de modo efectivo el aparato del partido. Esta consideración puede pesar sobre Gorbachov, como en anteriores ocasiones, y llevarle a una táctica de división de los conservadores con la idea de atraer a los menos rígidos a un compromiso con los reformistas.

En la presente coyuntura no basta observar lo que pasa dentro del PCUS; el rasgo más significativo es la caída de su influencia en la sociedad. No sólo ha sido anulada la ley que lo declaraba "partido dirigente": los ciudadanos cada vez se alejan más de él. Sus miembros dimiten en masa, sobre todo en las ciudades. Por ello, el sector reformador radical, organizado en la Plataforma Democrática, ha decidido, si el congreso no realiza una renovación total, abandonar el PCUS y formar un nuevo partido de orientación socialdemócrata. El impacto de tal acción sería enorme. Aunque la Plataforma sólo tiene unos cien delegados en el congreso del PCUS, representa un 40% de la base comunista, y sus hombres son los que han tenido más votos de la ciudadanía soviética. Son la expresión del nuevo Estado, de la democracia que nace. Su salida del PCUS sería un terrible golpe para el prestigio de éste; lo aislaría de la sociedad. El nacimiento de un nuevo partido de estas características sería un paso decisivo hacia un pluralismo político efectivo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_