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Los mosqueteros del hemiciclo

Una decena de diputados de seis partidos distintos conviven y pelean en el Grupo Mixto del Congreso

EMILIO ALFARO No son tres, como los mosqueteros, sino 10. Pero son mixtos, como la ensalada y como proclama el propio nombre del grupo parlamentario que les acoge. El hecho de ser pocos y periféricos, y la trayectoria de sus antecesores, les obliga a ser también peleones y combativos. Los diputados de seis partidos de ideología muy distinta integran el Grupo Mixto del Congreso. La mezcla podría resultar explosiva, pero la realidad muestra que estos nueve varones y una mujer actúan como una familia; extraña, sí, pero bien avenida. Las grescas las reservan para Félix Pons y algunos ministros.

La singularidad del mixto no acaba ahí. Es el único grupo de la Cámara alta que tiene sus oficinas en un edificio distinto al que ocupan los demás. En tanto no se termine la ampliación del Congreso, la decena de señorías y media de secretarias y ayudantes se hacinan en un piso alquilado, próximo al edificio de las Cortes. La estrecha convivencia y una cierta sensación de marginalidad une mucho y realiza el milagro de que cuatro vascos, dos andaluces, dos valencianos dos andaluces, un canario y un aragonés se lleven más que pasablemente."Sí, eso debe ser, porque políticamente cada cual es de un padre y de una madre distintos", acepta Luis Mardones, el único y cotizado diputado de las Agrupaciones Independientes Canarias (AIC). Para sus compañeros de grupo, este canario de 52 años es el "diputado del voto" desde que unió el suyo a los 175 del PSOE y facilitó así la investidura de Felipe González en la primera votación. Desde entonces soporta frecuentes chanzas sobre las contrapartidas que se llevó para su tierra a cambio de tan decisivo sí.

Él se defiende como la parábola del pragmatismo: "Hemos venido aquí a defender los intereses de Canarias, digamos que a pedir un crédito al Gobierno. Por lo tanto, no podemos insultar al director del banco". (Felipe González, se supone). "Nuestro gran enemigo es el Reglamento del Congreso", afirma la diputada de Euskadiko Ezkerra Koro Garmendia, la única mujer del mixto. Donostiarra y profesora, desempeña en estos momentos la función de portavoz, que se hace rotar entre los seis partidos. El problema estriba en que el reglamento trata a este grupo tutti fruti como si fuera tan homogéneo y monocolor como el socialista o el del Partido Popular, cuando se trata en verdad del cajón de sastre donde acaban las formaciones políticas que han obtenido menos de cinco escaños y la especie mal mirada de los tránsfugas.

En consecuencia, sus miembros tienen que hacer virguerías para repartirse el cupo de preguntas e interpelaciones en los plenos (en conjunto, pueden presentar seis preguntas cada siete sesiones plenarias) y el tiempo fijado para las intervenciones sobre cuestiones importantes. Así, los diez o quince minutos de que disponen los partidos mayoritarios en el debate de investidura o en otros momentos estelares de la Cámara, se convierten en dos o a lo máximo tres para el andalucista Alejandro Rojas Marcos o el portavoz del Partido Aragonés Regionalista (PAR), José María Mur.

En otras ocasiones, apunta el alavés Joseba Azkárraga, uno de los diputados de Eusko Alkartasuna (el otro es el guipuzcoano Inazio Oliveri, secretario general del partido), el problema se presenta a la inversa: "Tienes que multiplicarte para acudir a todas las comisiones donde se tratan cuestiones de interés para tu electorado y al final del día sueles terminar hecho unos zorros".

Solidarios por necesidad

Suele ser muy habitual que un diputado del mixto defienda la enmienda a una ley presentada por un compañero de otro partido que no ha podido asistir a la sesión -a veces discrepando con su contenido-, o que ceda el tiempo que le corresponde en una sesión plenaria en favor de otro colega que esté más interesado en ese debate. "Tenemos que ser solidarios entre nosotros, ya que si no te comen los grupos mayoritarios con su prepotencia", dice Vicente González Lizondo, el líder de Unión Valenciana (UV).

La anécdota de la silla ilustra ese comportamiento. Ante la reunión que mantuvo en mayo el presidente del Gobierno con los portavoces parlamentarios para estudiar el proceso de la unidad Europea, el del grupo mixto solicitó que pudieran asistir todos los partidos que forman parte del grupo. El Gobierno no lo aceptó con el forzado argumento de que no había en la sala asientos suficientes para todos. Como medida de protesta, ningún miembro del mixto acudió a la reunión y, con mucha sorna, el grupo presentó una proposición en la que se pedía la elaboración de un presupuesto extraordinario para "la compra de sillas".

Al diputado del mixto se le presupone combativo y con más moral que el Alcoyano. Debe acostumbrarse a predicar en el desierto -el hemiciclo suele despoblarse cuando intervienen en los plenos- y a pelearse con el Reglamento y con su intérprete, el presidente de la Cámara. "Sí, a veces somos el azote de Félix Pons", reconoce traviesamente Mardones.

Así ha sido desde los umbrales de la democracia. Personalidades tan dispares y emblemáticas como Juan María Bandrés, el canario Fernando Sagasetal el fundador de Fuerza Nueva Blas Piñar, o Francesc Vicens, de Esquerra Republicana de Cataluña (ERC), han dado lustre al grupo cenicienta de la Cámara alta. Y la tradición continúa.

Esperando a los 'batasunos'

, El eventual, aunque poco probable, desembarco permanente en el Congreso de los cuatro diputados de Herri Batasuna ha suscitado una clara inquietud e incomodidad en algunos miembros del grupo mixto, al que tendrán que adscribrirse aquellos. Sus actuales componentes aseguran al alimón que, "pese a discrepar de su ideología y de su actitud sobre la violencia", recibirían con normalidad a sus señorías de HB. Sin embargo, algunos diputados alejados de la tensión habitual del País Vasco, han reconocido en privado que temen por su segurídad personal, en la hipótesis de que tengan que hacer sitio a los colegas de HB en el piso que acoge provisionalmente al grupo mixto. "Lo primero es que no caben aquí, pero lo rnás preocupante", confiesa uno de sus miembros con ruego de anonimato, "es que alguien pueda venir contra ellos, como sucedió con Muguruza, y te lleve también a tí por delante".

En el caso de que los diputados de HB no participen en los trabajos de la Cámara, los otros componentes del Mixto se beneficiarán del representante adicional que corresponde al grupo en las comisiones por haber superado la cifra de 10 y de una mayor asignación económica para su funcionamiento. Mientras se resuelve la incógnita, y pese a los fallos del aire acondicionado, en la comuna del grupo mixto reina una solidaria armonía.

Luis Mardones opina que esa sintonía se debe en gran parte a la calidad humana de sus actuales componentes y, en menor medida, a la ausencia (de momento) de diputados huídos de otras formaciones. "El tránsfuga es un elemento muy perturbador para el grupo", indica Mardones con conocimiento de causa. "Tú, por muy minoritario que seas, representas a tus electores, pero ¿a quién representa un tránsfuga?".

El que más pinta

Vicente González Lizondo, extrovertido y sanguíneo, arguye que tampoco hay que ser modesto. "En conjunto, y sin contar a HB, los partidos que estamos en el Mixto tenemos a nuestras espaldas más de un millón de votos y, en papeletas, valemos más que los diputados de las fuerzas mayoritarias, que se benefician de la ley D' Hont".

Este valenciano de 47 años que se presenta como "el tío que más pinta de España" (es propietario de una fábrica puntera de brochas y pinceles, en la que empezó a trabajar como viajante) se ha ganado ya en la Cámara una merecida fama de enfant terrible. Frente a la oratoria fría y contundente, como un derrote, de su colega el andalucista Rojas Marcos, González Lizondo aporta un toque fallero y tremendista. Tampoco desdeña ayudarse en la tribuna con elementos poco académicos, como aquella naranja que esgrimió reivindicativamente en el debate de investidura y que, ante el pasmo del Congreso, entregó luego a Felipe González.

Más austera en su estilo, Koro Garmendia se muestra sin embargo comprensiva con su compañero de grupo. "Eres tan poco en la Cámara que tienes que hacerte oír como sea".

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