¡Yo o el diluvio!
He leído con deleite y admiración la media columna de Rosa Montero aparecida en EL PAÍS del 23 de junio de 1990. Difícil es decir más verdades bien dichas e hilvanadas en tan corto espacio sobre el tema del espionaje marroquí y la política exterior.Las blandengues reacciones expresadas en "penoso asunto" e "inquietud" redondean aristas para no enturbiar "excelentes relaciones", y dicen en su espíritu "seguiremos aguantando".
Esto viene de lejos. El lema posbélico ha sido: "Para levantar cabeza, beneficiaremos a los poderosos y a sus protegidos: dando albergue a criminales de guerra y otros delincuentes, favoreciendo el neocolonialismo en el Magreb y otras áreas, comprando déficit comercial a cambio de puestos de trabajo para ser bien recibidos en Europa, dando cambiazo al cambio prometido". Lo demás: tecnologías, lo social y ético, las perspectivas son... flecos; la táctica, parchear para seguir tirando bajo el "¡Yo o el diluvio!", y mecidos y alimentando la corriente desafiliativa y abstencionista-
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