Leopoldo Torres ordena a los fiscales que extremen las medidas para descubrir a los autores de los fuegos
El fiscal general del Estado, Leopoldo Torres Boursault, ha dictado una instrucción en la que ordena a los fiscales que extremen "su reconocida competencia" para calaborar con las autoridades de la Administración forestal, estatal, autonómica y local en la erradicación de los incendios forestales. La instrucción de Torres, de marcado cariz ecológico antes que jurídico, considera los incendios "producto del desamor, la incultura, la falta de respeto a nuestros bosques y de esos oscuros intereses personales de unos pocos desalmados que amenazan con situar a España al borde de la deforestación".
La instrucción de Torres Boursault, dirigida a todos los fiscales jefes de tribunales superiores y audiencias provinciales, asegura que el ministerio fiscal "está obligado a asumir un planteamiento más activo" e inmerso en el entorno social para acabar con el problema de los incendios mediante un trato directo con las autoridades, grupos ecológicos, universidades y organismos relacionados con el medio ambiente y en especial con la protección de los bosques.El documento gira en torno a la idea de incrementar las medidas de prevención y educación medioambiental, aunque reconoce que a la vista de los resultados que cada año se producen, "las medidas adoptadas continúan siendo insuficientes". No obstante, recomienda no caer en el desánimo" y procurar incrementar los medios y "concienciar a la población para evitar que cada año se superen las marcas negativas".
En el área represiva, el fiscal del Estado recuerda que la reforma del Código Penal agrava las medidas punitivas. "Sin embargo", aconseja Torres, "es sabido que a la larga tiene más eficacia la remoción de las causas que el aumento del castigo, máxime en supuestos o conductas como las que contemplamos, en que generalmente los autores son desconocidos y hacen inoperante la sanción penal". Torres ordena a los fiscales que tan pronto tengan noticia de un incendio provocado comprueben los hechos "por sí mismos" o a través de la Policía Judicial y traten de determinar las responsabilidades de los autores.
El fiscal del Estado asegura que deben acentuarse las medidas de prevención y descubrimiento de los autores de los incendios, porque "el futuro aparece como un desolador desierto, si no se ponen los remedios eficaces". Recuerda que en 1989 se registraron en España más de 100.000 incendios forestales y ardieron casi 390.000 hectáreas, de las que 15.000 eran de arbolado. El valor de las pérdidas materiales superó los 16.000 millones de pesetas. "Lo lamentable es que la mayor parte de estos incendios son provocados y quedan impunes sus autores, al ser desconocidos". El fiscal analiza las causas de los incendios y señala que parte de ellos son voluntariamente propagados en su totalidad. Sus causas pueden ser de muy diversos tipos: venganzas, hacer bajar el precio de la madera, oposición a las repoblaciones, e incluso 1os producidos por los contrabandistas para distraer a las fuerzas del orden público".
Otra modalidad de incendios son "los queridos sólo en su inicio" y que provocan las "gentes del campo" (pastores y labradores) "que estiman incompatible la ganadería y la agricultura con la existencia de masas arbóreas". Éstos siguen la costumbre heredada de sus antecesores de eliminar matorrales, quemar rastrojeras o regenerar el pasto, "pero que después se extiende al arbolado de forma incontrolada y termina incendiando el bosque".
"¡Átenlos de pies...!"
La instrucción ecológica del Fiscal del Estado, "al acercarse la época estival", según dice la misma, no deja de recordar que "el fuego ha sido una realidad presente desde tiempo inmemorial en nuestros bosques". Para ilustrarlo, Torres recuerda las "graves medidas" que disponían los Fueros de Usagre y Cáceres para los incendiarios: "Átenlos de pies et de manos et echénlos en el fuego".El Fiscal, sin embargo, se muestra partidario de medidas menos expeditivas y apela a la "sensibilidad" de los fiscales para acentuar las medidas de "prevención" antes que las meramente punitivas. Así, entiende que la conservación y fomento de las masas forestales debe ser "obra urgente y de todos, sí no queremos que sea una absoluta realidad la frase de Unamuno de que en España "llaman tierra de campos a lo que solo es campo de tierra".
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