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Todos fuera de juego

El último partido de España paralizó Madrid, inundado de amas de casa que huían del deporte

La taquilla de la película Corrupción en la cama, que se proyecta sin descanso desde las 10.30, recaudó ayer un 30% menos de localidades de cinco a siete de la tarde, tiempo en el que España perdió su oportunidad de jugar los cuartos de final del Mundial de Italia. Las cisternas y los grifos de los madrileños consumieron durante el descanso 200.000 litros más que durante la primera parte. En el Pleno del Congreso de los Diputados, sus señorías salieron y entraron en el hemiciclo para no perder de vista la evolución de la selección. La calle se poblaba de mujeres y viandantes con auriculares, mientras el tráfico descendía hasta un 30% con respecto al martes anterior.

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Entre el pleno y el partido

El Canal de Isabel II vigilaba las costumbres de los madrileños por el consumo que hacían idel agua. Los índices, que habian descendido durante la priniera parte, se dispararon durante el descanso. Los picos de consumo subían y bajaban en proporcíón directamente proporcional al interés del juego.El encargado de un bingo de la zona centro se quejaba porque desde que comenzaron los mundiales sus clientes varones habían desaparecido de la salas de juego. "Yo ya he vivido tres mundiales y siempre pasa igual", explicaba resignado. Los conductores de los autobuses para el aeropuerto se congregaban en un bar bajo la plaza. de Colón, donde presenciaron el encuentro y gritaron junto con policias municipales y hombres vestidos con mono.

Ayer en Madrid, con unas temperaturas de fuego, se constataban las preferencias del público por los bares con televisor y letreros de "local climatizado". En uno de ellos, un informático se ocultaba de la publicidad: ""Es que yo tenía que haber entrado a trabajar hace un ra.o y aquí me tienes", explicaba mientras Butragueño disparaba al poste y se oía un estritendoso uyyyy. Allí los trabajadores y los absentistas laboral es se unían para gritar el único gol de la selección. En barrios como el de Argüelles este grito sonó en estéreo a través de las ventanas abiertas de los hogares.

Las señoras, una vez cumplida su obligación diaria de seguir las peripecias de la telenovela venezolana Cristal, comenzaban ayer tarde a abalanzarse sobre las máquinas tragaperras y cedían el televisor a sus maridos para que pudieran seguir por la segunda cadena el encuentro entre España y Yugoslavia.

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Prendas deportivas

La zona comercial del centro de la ciudad estaba ayer tomada por las mujeres, a pesar de que la presentadora de A mi manera trató de que permanecieran con ella para ver un desfile de prendas deportivas y bailes de boleros.

"Yo me voy de casa a las cinco, dejo a mi marido sentado en el sofá viendo los mundiales y salgo a hacer mis cosas hasta las once; cuando vuelvo, él sigue en el sofá y le preguntó: 'Pero, Pepe, ¿no te cansas de tanto fútbol?', y él me dice: 'No, mujer, que esto es cada cuatro años'. Como lo veo feliz y quietecito, pues le dejo tranquilo", explicaba ayer un ama de casa cincuentona que desde que han empezado los juegos sale con sus amigas y se lo pasa "estupendamente".

"En mi casa no se pone el fútbol hasta que no acaba Cristal", explica otra reina de su casa que acaba de abandonar temporalmente el domicilio conyugal "porque tanto fútbol no hay quien lo aguante".

Sin embargo, ayer no todas las mujeres parecían estar hartas del juego de los 22. En unos grandes almacenes, las dependientas parecían estar interco nectadas telepáticamente con el encuentro mientras realiza ban normalmente su trabajo Por ello, sin que se viera ningún transitor ni televisor, el gol del empate de España corrió como la pólvora y todas empezaron a dar grititos de emoción. Ante las críticas de algunos clientes por el gol que anteriormente le habían colocado a Andoni Zubizarreta, "que de no existir hubiera colocado a España por delante", una de ellas disculpaba al guardameta español: ""Ay, Zubi, con lo cielo que es, cómo puede usted decir eso".

Fútbol en la cárcel

En una tienda de deportes, los ocho empleados situaron sus sillas plegables frente a un televisor sin permitir que les molestase ni el dueño que, de aparecer, les hubiera "comido la sangre". En otras tiendas de los alrededores de la Puerta del Sol se sustituía el hilo musical por la retransmisión del partido, que se oía desde la calle.

Las prostitutas de la zona ponían cara de aburrimiento ante la ausencia de clientes mientras los vendedores de drogas continuaban su negocio.

En las prisiones madrileñas, los internos seguían el mundial por televisión. Las urgencias de los hospitales se reducían un 60%, casi el mismo porcentaje de descenso de clientes que registraba una cadena de ropa masculina. Pasadas las siete y media de la tarde, la ciudad volvió a la normalidad. Mientras, en Italia, la selección española preparaba sus maletas para regresar a casa.

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