Ópera de Sevilla
Parece que la ópera de Sevilla empieza a ser realidad. Grandes nombres. Plácido probando la actistica. Qué bonito. Pero Sevilla en la Opera no son sólo habituales Fidelios, Fígaros y Cármenes. Existen al menos dos magníficas óperas de ambiente sevillano que, cómo no, han sido ignoradas: Bodas en el monasterio (1946), de Prokofiev, y la inédita La dueña (1947), de nuestro Roberto Gerhand, compuesta en su exilio británico. Gerhard, que es el compositor español más importante de nuestro siglo, con permiso de Falla y de los ingleses (que le consideran nacionalizado), se merecía el estreno mundial de su ópera, y el lugar más idóneo era la Expo de Sevilla. Pero los insignes próceres de tanto comité inútil han desperdiciado la irrepetible oportunidad de demostrar al mundo no ya la buena organización, sino imaginación, rigor y riesgo en la programación en lugar de prisas e improvisaciones maquilladas cor, una ostentosa operación de marketing. Hubiera sido mucho pedir, qué ingenuidad la mía. ¿Quizás en el año 2092?-
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