Un trabajo voluntario
Los auxiliares psiquiátricos atienden a los jóvenes disminuídos voluntariamente. Cuando el director del centro La Atalaya, donde trabajan, adelantó la posibilidad de trasladar a los muchachos a la playa pensaron, según admitieron todos de forma unánime, que si ellos no les acompañaban, los internos no podrían disfrutar de las vacaciones.Así es que muchos de ellos decidieron dejar a sus familias y embarcarse en esta experiencia, pionera en España. Por esta actividad no reciben ninguna compensación económica, aparte de su sueldo como trabajadores del centro. También coinciden todos los profesionales psiquiátricos en reconocer el temor que les asaltó pocos días antes de emprender el viaje a Daimuz.
"No es lo mismo permanecer siete horas con ellos en el centro que convivir las 24 horas del día y en un mismo apartamento", señalan.
Convivir 24 horas"Pero vale la pena", resalta Rebeca Asensio, "vale la pena, porque es un trabajo precioso y muy gratificante que puede servir para que se lleven a la práctica un mayor número de iniciativas de este tipo".
"El verano anterior llevamos a otro grupo de internos a Estepona (Málaga), pero el régimen de vida no difería mucho del que llevan en el centro de Ciudad Real. Por eso este año quisimos trasladarlos a la costa, porque pensamos que les beneficiaría", señala Santiago Alonso, director del centro La Atalaya, donde viven internos los disminuidos psíquicos.
Sobre la respuesta de los vecinos de los edificios y de los turistas que acuden a la playa valenciana de Dalmuz, los auxillares psiquiátricos aseguran que han recibido más muestras de apoyo de las que podían imaginar. "Los primeros días nos miraban un poco extrañados", señala Miguel Martín, "pero ahora que han comprobado cómo se comportan los chavales, la gente valora la experiencia".
