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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El Este electoral

CON LA segunda vuelta de las elecciones en Bulgaria se ha cerrado el ciclo de las consultas en los antiguos países socialistas, iniciado hace un año en Polonia. En todo él ha sobresalido el rechazo del socialismo real y el apoyo inequívoco al establecimiento en los respectivos países de regímenes basados en la democracia parlamentaria y en la economía de mercado. Al mismo tiempo, esta primera experiencia electoral no despeja todas las incógnitas sobre la futura correlación de fuerzas en unos u otros países.El caso rumano es excepcional: único ejemplo en que el dictador fue liquidado por la violencia, es a la vez el país en que el viejo aparato y el antiguo sistema conservan mayor fuerza. Los votos obtenidos por el Frente de Salvación Nacional (en el que predominan los antiguos comunistas) alcanzan niveles (86% para el presidente y 67% para los diputados) absolutamente anormales comparados con otros países. Ello determina sorprendentemente una inestabilidad preocupante, con una oposición, sobre todo entre los intelectuales, empujada al radicalismo y un Gobierno perturbado por oscuras luchas internas dentro del aparato estatal. El caso de Bulgaria es distinto: si bien los comunistas (ahora socialistas) han tenido casi la mitad de los votos, la oposición ha alcanzado la mayoría absoluta en la capital y en otras ciudades, logrando así una fuerza parlamentaria que le permite condicionar la gobernabilidad del país.

En el resto de los países de la zona, el desplome de los partidos comunistas (incluso con un nuevo nombre) y su eliminación de los Gobiernos ha sido un rasgo marcado de este ciclo electoral, con el avance de formaciones derechistas teñidas de nacionalismo. En el caso de la RDA, esta evolución hacia la derecha se ha manifestado de una manera clara: antes de la unidad formal de Alemania, se ha producido un traslado del cuadro político de la RFA a la otra Alemania. El problema ha revestido formas diferentes en Polonia, con Solidaridad, o en Checoslovaquia, con el Foro Cívico: se trata de movimientos de amplia unidad, creados para restablecer la democracia, y que luego han dominado la escena electoral. Ello aplaza, en cierto modo, la decantación clara entre la derecha y la izquierda. En Polonia -pionera de la marcha hacia la libertad- asistimos ahora al agrietamiento de Solidaridad, en donde Walesa quiere asentar una fuerza de centro-derecha, hegemónica en sus esperanzas, aislando al sector socialdemócrata. En todo caso, algo decisivo ha ocurrido durante este año electoral para los destinos de Europa: seis países sometidos ayer a sistemas autoritarios tienen ya Gobiernos parlamentarios. Es un salto hacia la homologación de los sistemas políticos de Europa, lo cual facilitará la creación de estructuras comunes para reforzar la seguridad y la cooperación en nuestro continente.

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