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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Una guerra indirecta

INDIA Y Pakistán están enfrascados desde principios de año en un conflicto que ha causado ya muchas muertes. Pese a que no ha habido una declaración formal de hostilidades entre sus ejércitos, lo cierto es que en Cachemira se han producido centenares de víctimas mortales. El Ejército indio, que actúa como fuerza de ocupación, persigue y reprime con salvajismo a las personas que expresan -con frecuencia con el soporte de gigantescas movilizaciones populares- su oposición a la dominación india. Por otro lado, los grupos guerrilleros que apoyan la causa de Pakistán, o de la independencia, acosan, y en ciertos casos asesinan, no sólo a las personas que simpatizan con la India, sino simplemente a las que preconizan soluciones de mutuo entendimiento. Esta hostilidad al rojo vivo entre los dos Estados más importan tes de la zona -con sus ejércitos en estado de alerta- tiene consecuencias muy negativas en una parte de Asia afectada ya por otros conflictos. En Pakistán están las bases de las guerrillas musulmanas que sostienen la guerra civil de Afganistán, donde la retirada de las tropas soviéticas no ha propiciado el retorno de la paz.Las causas básicas del conflicto no son de hoy. Entre la India y Pakistán han tenido lugar en los cuatro últimos decenios tres guerras terribles. Y concretamente en Cachemira el acuerdo de cese el fuego ha dejado una situación completamente atípica. Ese territorio está dividido en dos Estados: uno controlado por Pakistán, y otro -llamado Jamina-Cachemira- constituido como un Estado de la India. Los observadores de la ONU controlan, con medios insuficientes y escasa eficacia, la línea de separación, pero desde 1949 está sin cumplir la decisión de las Naciones Unidas de que la población pueda decidir plebiscitariamente su incorporación a uno u otro de los Estados litigantes. De hecho, el 95% de la población de Cachemira es musulmana. Y con el paso del tiempo -en gran parte a causa de la errónea política aplicada por el Gobierno indio- ha crecido considerablemente el deseo de la mayoría de la población de separarse de la India, bien para incorporarse a Pakistán, o bien anhelando la independencia -deseo este último más reciente-. En todo caso, el Gobierno indio tiene que imponer su presencia por medios militares. Es algo que se puede aceptar quizá en una fase de transición, pero que se hace insoportable cuanto más se prolonga.

¿Por qué se agravó en los últimos meses con tal explosión de violencia una situación que por precaria que fuese parecía más o menos estabilizada? Sin duda el deterioro sufrido por el Gobierno de Nueva Delhi, encabezado por V. I. Singh, constituye una incitación a las diversas fuerzas centrífugas de ese complejo mundo que es la India para acrecentar su actividad. Pero además existen factores de índole exterior: por un lado, el fundamentalismo islámico que tiende a radicalizar los conflictos en que la causa musulmana está en juego. Por otro, la ayuda de Pakistán a los guerrilleros de Cachemira. Quienes conocen la situación con datos de primera mano no dudan de que sean ciertas las acusaciones indias sobre ese apoyo. Ello no significa que el responsable sea el Gobierno de Benazir Bhutto. Ésta se halla muy debilitada, en particular por las matanzas interétnicas en la provincia de Sind, que sólo logra controlar recurriendo al Ejército. A pesar de que Pakistán tiene ya un Gobierno civil elegido por sufragio universal, los militares conservan palancas propias de acción y están interesados -sin llegar a la guerra oficial- en fomentar la tensión con la India y en otras fronteras. Es una forma de incrementar su peso en la política nacional.

La salida de esta situación cargada de peligros sólo puede lograrse mediante negociaciones directas entre Islamabad y Nueva Delhi. En ese sentido han actuado las diplomacias de EE UU y de la URSS y, según noticias difundidas por una fuente oficial india, con ciertos resultados positivos: se está preparando una primera toma de contacto entre los dos Gobiernos para el próximo mes de julio. Es importante que la comunidad internacional intensifique sus esfuerzos para propiciar una solución pacífica.

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