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Entrevista:

Karel Slámara, "La ciencia es el último reducto del totalitarismo en el Este"

El científico checo dice que los comunistas aún controlan la investigación

Karel Sláma, de 55 años, nacido en Tichá (Checoslovaquia), comprometido desde hace años en la lucha contra el régimen comunista y defensor de la Primavera de Praga -lo que le valió la persecución y el ostracismo-, deja a un lado el mundo de los insectos, que llenan su vida de investigador, para hablar de la situación actual de la investigación en su país. Asegura que en los países del Este europeo, y especialmente en el suyo, "la ciencia es el último reducto del totalitarismo". Critica a los viejos "jefes comunistas" que, según dice, aún controlan la poderosa Academia de Ciencias, y se muestra esperanzado ante el futuro.

Especialista en fisiología de los insectos, una ciencia relativamente joven que ha adquirido especial relevancia por la incidencia que la lucha contra los insectos tiene en el medio ambiente, Karel Sláma ha estado en Valencia para participar en un seminario de la Universidad Internacional Meriéndez Pelayo. Cuando acordó su participación en el curso, Sláma no sabía que coincidiría con las primeras elecciones libres en su país, por lo que, una vez en Valencia, cambió a toda prisa su billete con objeto de estar presente en los comicios del viernes y el sábado pasados."Estas elecciones son muy importantes", dice Sláma con convicción, "sólo a partir de las elecciones pueden empezar a cambiar verdaderamente las cosas". Sláma pone énfasis al denunciar que los puestos clave siguen controlados por los mismos dirigentes comunistas. "Nuestra política científica no ha existido", asegura, "y durante el régimen comunista toda la investigación estaba concentrada en una sola organización, medio militar...".

Se refiere a la Academia de Ciencias, que, especialmente desde la Primavera de Praga, ha estado controlada por el aparato comunista. "Era gente del partido la que controlaba la investigación, los mejores salieron del país". Otros, como el propio Sláma, no pudieron hacer lo propio y sus críticas al sistema, su apoyo público a aquél movimiento renovador y su rechazo a la invasión del país por las tropas del Pacto de Varsovia les valieron persecución, cárcel y ostracismo.

"Los jefes comunistas han hecho durante 30 años todo lo necesario para mantenerse en la Academia; la creación de nuevos departamentos no se debía a cuestiones científicas, sino personales, y el que no estaba en el Partido Comunista no tenía nada que hacer". Así, según este científico checoslovaco, ha existido "una competición mala" en la ciencia de su país, "porque no había que competir por la ciencia sino por la lealtad al sistenia". Según Sláma, el nuevo régimen ha cambiado los rectores de las universidades, pero "en la cúpula de la Academia de Ciencias persiste esa organización comunista".

Sin embargo, Sláma añade que no se pueden pedir cambios radicales. "Hay que hacer morir lentamente a la Academia, no de golpe, para crear al tiempo una nueva investigación independiente". Explica que, por razones políticas, en las universidades "sólo había profesores, no investigadores", y que ahora "hay que buscar el camino para realizar investigación básica, aunque no es fácil, porque no hay medios".

Colonización

Sláma se muestra preocupado por el efecto que puede producir la entrada masiva de las multinacionales en los laboratorios checoslovacos de investigación, y añade: "Estamos asustados por la colonización que se nos viene encima; hay que controlar esto".Sobre los demás países del Este, Sláma señala que mientras Polonia lo tiene más fácil -"los problemas económicos les llevaron a abrirse a Occidente hace ya algunos años"-, al igual que en Hungría y en la RDA -"los alemanes del Este tienen la ventaja de tener al lado a la RFA"-, las cosas son más difíciles en Bulgaria -"allí siguen en la guerra fría"- y en la Unión Soviética. "En la URSS la situación es terrorífica; en muchas instancias han paralizado completamente la investigación y sólo se dedican a hacer cosas que les dan dinero para poder seguir existiendo", concluye Karel Sláma.

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