¿'Finita' la música?
Sebastiáo Lazaroni está convencido de que jugando a no perder Brasil tiene más posibilidades de ganar. Los italianos le creen, los brasileños no. El efecto no siempre lo producimos en el sitio que lo buscamos: "Una por mí se moría / yo me muero por usted /usted se muere por otro / qué mundo tan al revés", cantaba Alfredo Zitarroza.A los delanteros y defensas que le sobran (Bebeto, Romario, Renato, Aldaír, Ricardo Rocha, Mazinho ... ), Lazaroni los puede poner en el banco de suplentes, pero a los centrocampistas que le faltan no hay de donde sacarlos.
Esas son las dudas que plantea Brasil. Una es elegida por Lazaroni: jugar contra el instinto atacante, festivo, tradicional. La otra ha sido impuesta por la mala cosecha generacional: jugar sin Zicos, Sócrates, Falcaos.
La vida se mueve; a veces porque lo buscamos, otras porque nos obligan: "Cambia lo superficial / cambia también lo profundo /cambia el modo de pensar/ cambia todo en este mundo", le oí cantar a Mercedes Sosa.
Los genes patrios compensaron la ausencia de uno de esos centrocampistas con fantasía casi obvios en todo equipo brasileño, con la presencia de un gran portero, Taffarel, que contradice la crónica orfandad que las selecciones cariocas padecieron bajo los palos. El líbero (como la humedad) es lo que los mata, porque en la historia de los campeonatos mundiales (Brasil participó en todos), la selección triunfó y fracasó con una defensa en línea Sobre Mauro Galvao (Botafogo), recaerá la responsabilidad de inaugurar hoy el puesto de la discordia. Mozer (Marsella) por la derecha y Ricardo Gómez (Benzika) por la izquierda, esperarán en zona a los dos rivales más adelantados. Jorginho (Bayer Leverkusen) se ocupará de la banda derecha, clausurándola atrás y abriéndola al buen juego delante. La línea izquierda será para Branco (Oporto), que también la utilizará en toda su longitud pero más que para tocar para tirar, aprovechando la potencia excesiva de su pierna izquierda. En el centro del campo, Dunga (Fiorentina) y Alemao (Nápoles) pondrán carácter, sacrificio y malicia para la recuperación de la pelota, y Valdo (Benzika) aportará movilidad y su brillante técnica (se ruega no confundir técnica con creatividad). Brasil culmina con Muller (Torino) y Careca (Nápoles) el hombre con más recurso para el gol.
Las últimas declaraciones de Lazaroni no tienen música brasileña: "No será un gran espectáculo", dice. "Para nosotros sólo cuenta el resultado". Este gesto de sensatez cambia la vieja, alegre y querida filosofía del fútbol brasileño, que el gran Didí resumía con un castellano aproximado: "Si se joga bonito, goles vienen solos".
Sebastiáo Lazaroni es un hombre inteligente y sabe cuál es el tamaño del riesgo que asume. "Si pierdo soy una bestia, si gano soy bestial". Esto no lo cantó nadie; lo dijo Otto Gloria, entrenador, también brasileño, de cuando el fútbol era baile y no tenía líbero. No hay que desesperar, Brasil juega bien aunque no quiera.
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