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La unión política europea se menos ambiciosa de lo previsto

Los jefes de Estado y de Gobierno de los Doce acordarán convocar en su cumbre de finales de junio en Dublín -acaso con el voto en contra del Reino Unido- una conferencia intergubernamental sobre la unión política de Europa, pero las primeras discusiones entre ministros de Asuntos Exteriores dan la impresión de que el proyecto será menos ambicioso de lo que desearían algunos Estados miembros, entre ellos España.Para allanar el camino del Consejo Europeo del 25 y 26 de este mes, el primer ministro de Irlanda, Charles Haughey, que preside la Comunidad Europea, se entrevistará hoy en Madrid con su homólogo español, Felipe González. Haughey inició el jueves en Bonn la tradicional gira preparatoria de la cumbre.

Encargados por el anterior Consejo Europeo de Dublín de redactar en dos meses un borrador para centrar el debate sobre la unión política, los titulares de Exteriores son, aparentemente, proclives a formular reflexiones muy generales para evitar que, si intentan ahondar más, salgan a la luz sus discrepancias.

En la carta que envió en mayo a Haughey, González estimaba, por ejemplo, que uno de los pilares de la unión debía ser la política exterior y de seguridad común, una opinión compartida de antemano por el presidente François Mitterrand y el canciller Helmut KohI. En una sonada conferencia, el embajador de EE UU ante la OTAN, William Taft, invitó también el jueves a la CE a ocuparse de seguridad.

Al término de la reunión que celebraron a finales de mayo en Killarney los jefes de la diplomacia europea, el francés Roland Dumas afirmaba que "ningún país está dispuesto a ceder soberanía en esas dos materias en 1990". Si nuestro objetivo es el federalismo, señalaba el presidente de la Comisión Europea, Jacques Delors, es "imposible lograr hoy un consenso mínimo".

La misiva de González mencionaba también un segundo pilar, la creación de una ciudadanía común europea, para convertir así al hombre de la calle en protagonista de la unión. La idea obtuvo una cálida acogida, sobre todo por parte de Delors, que la consideró óptima para rectificar "el carácter elitista y tecnocrático" de la integración comunitaria, pero apenas quedará reflejada en el borrador ministerial.

Nadie duda, sin embargo, que la unión económica y monetaria provocará a su vez un reajuste de las relaciones entre las instituciones europeas. La unión política es ante todo, para buen número de ministros, la oportunidad de reformarlas redistribuyendo sus poderes y democratizándolas.

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