Ejército sí, policía no
Sobre la pared del hospital Shan Bitai de Hyderabad hay una gran pintada: "Ejército sí, policía no". Es uno de los pocos rasgos en común que aún comparten sindis y mohajirs. Muchos habitantes de la provincia sureña paquistaní de Sind, con 25 millones de habitantes, miran con nostalgia las décadas en que imperaba la ley marcial. El origen de este sentimiento está en 4 años de disturbios y miles de muertos, 400 en las dos últimas semanas.Las calles de Hyderabad están atravesadas por alambre de espino. Camiones militares ocupan las plazas y en las esquinas hacen guardia los soldados durante un nuevo día bajo el toque de queda. Esto, unido a las banderas negras que ondean sobre numerosas casas y al pesado silencio que la ausencia de gente provoca, da a la ciudad un dramático aspecto. Sindis y mohajirs aseguran sentirse "mejor desde que llegó el ejército".
"Con los soldados nos sentimos más libres. No tenemos miedo", afirma Munawar Zaid, un funcionario de 35 años que está convencido de que el Ejército no disparará aunque la gente, como él, salga a la calle y viole el toque de queda para contar sus penas a esta enviada especial. El oficial y los soldados que aparecen en las inmediaciones del dédalo de Puca Quila son recompensados con un refresco.
Desde que el lunes pasado el Ejército entró en Hyderabad, las armas de los francotiradores de uno y otro bando se han callado casi por completo. Las dos semanas anteriores en que el Gobierno declaró el toque de queda en varios barrios bajo la protección de la policía y de los rangers (guardia civil), los abusos de ambos cuerpos condujeron a una matanza, cuyas consecuencias no se borrarán con facilidad en las mentes de los mohajirs, que son quienes las sufrieron.
El soldado no está identificado con una etnia determinada, pero en.esta provincia toda la policía es sindi. "Actuaban como si quisieran vengarse de nosotros por haber venido a Pakistán", dice Zaid, a quien también le robaron, los policías, todas sus pertenencias.
En Karachi, donde la primera ministra, Benazir Bhutto, se resiste a llamar al Ejército -sólo algunos barrios periféricos se encuentran bajo control militar-, los asesinatos continúan, al ritmo de más de 20 muertos por día.
Desde el miércoles, policías y rangers han disminuido los disparos sobre la población, pero los enmascarados ahora aparecen a cualquier hora y en cualquier rincón.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.