Amos Oz: "No me interesa ser el Havel de Israel"
El escritor israelí acaba de publicar 'Las mujeres de Yoel'
El escritor Amos Oz es, a sus 51 años, algo así como la conciencia crítica de Israel. Vive en Arad, en el desierto del sur de su país, alejado de los centros de poder, pero su incómoda voz en defensa del diálogo con los palestinos se propaga en los mítines de Paz Ahora -movimiento pacifista en el que milita- y en sus punzantes ensayos.. Ante la ambivalencia que representa ejercer de escritor y militante de Paz Ahora, Oz ha manifestado en Barcelona: "No me interesa ser el Havel de Israel". Y añade: "Nunca podría ser un político profesional porque soy incapaz de decir: 'No comment'.
Cuenta Oz que su jornada diaria en Arad empieza a las 5.30 con un paseo a través del desierto. "Me ayuda mucho a poner en claro la cabeza", dice, "a poner las cosas en su exacta dimensión. Por ejemplo, cuando los políticos repiten una y otra vez la palabra nunca, oigo cómo ríen las piedras del desierto".Después del paseo, Oz dedica la mañana a escribir, hace una pausa para la comida y la siesta -"ese gran invento mediterráneo"- y vuelve a ponerse frente a la máquina por la tarde. "Creo por la mañana y destruyo por la tarde", sonríe, "y no me sabe mal, ya que entiendo la literatura como algo similar a esculpir piedra. Hay que eliminar lo que sobra".
La última novela de Oz -Las mujeres de Yoel- acaba de ser traducida al castellano por Grijalbo. El protagonista -Yoel- es un agente del Mosad retirado, hombre que lee con asombro novelas de espías y comprueba lo falsas que son. Su mujer muere de repente -no queda claro si es accidente o suicidio- y Yoel busca un sentido a la vida.
"No es una novela de espías", comenta, "sino una novela de antiespías. Yoel se obsesiona por encontrar la verdad de su vida y utiliza el bagaje intelectual de su profesión de espía para intentar comprender su vida". La novela tiene que ver también con el hecho de llegar a la cincuentena, esa edad de hacer balance en la que se halla instalado Amos Oz.
Reconoce Oz que si bien sus novelas no son comprometidas, él no puede rechazar la etiqueta. "En Israel", explica, "los escritores debemos desempeñar a menudo un papel similar al de los escritores de Latinoamérica, de los países del Este o de Suráfrica... Estoy implicado en política y lo que pretendo es llegar a los corazones y a las mentes de mi gente".
Sobre el futuro de su país, Oz se muestra optimista ante la posibilidad de convivencia de dos Estados: Israel y Palestina. "Tenemos que hacer la paz, no el amor", anuncia. "No creo en el amor entre naciones, pero sí en la posibilidad de la paz". "El problema", añade, "es que los judíos han pasado por muchos traumas históricos y hay muchos que tienen miedo y callan. Y para superar el trauma hay que hablar, quizá gritar".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.