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El arzobispo de Granada respalda al cura que discriminó a un niño deficiente mental

El arzobispado de Granada respaldó ayer la decisión del párroco de la localidad de La Rábita, Abilio González, de apartar a un niño deficiente de 11 años del resto de sus compañeros de primera comunión durante la celebración de esta ceremonia el pasado día 20 de mayo. El sacerdote, que en los días previos había advertido de su decisión por entender que el pequeño Javier Pérez no sabía distinguir el cuerpo de Cristo del pan", no dejó que el niño subiera al altar, si bien, a ruegos de la madre, al final bajó hasta su banco para darle el sacramento.

Para el arzobispado, esta decisión se tomó "de acuerdo totalmente" con la voluntad de los padres, quienes, sin embargo, han negado tal extremo.La actuación del párroco, amigo personal de Ferdinand Marcos, ex dictador de Filipinas país en donde Abilio González residió durante 22 años, fue calificada como "discriminatoria" por los profesores del centro escolar donde estudia Javier. El hecho ha despertado un profundo malestar entre los vecinos de La Rábita, un pueblo de 1.000 habitantes situado en la costa granadina, quienes han iniciado una campaña de recogida de firmas y han emitido un comunicado en el que se preguntan "cómo es posible que se toleren esas actitudes más propias de ideologías nazis".

Un portavoz del arzobispado de Granada señaló ayer que la curia eclesiástica había decidido zanjar el asunto. "Aunque la ver dad es que ni eso, porque ni si quiera ha existido problema alguno", matizó. Este mismo portavoz mostró su apoyo al párroco Abilio González, de 60 años: "No actuó incorrectamente ni ofensivamente contra el niño sus padres, sino que decidió que no subiera al altar para que estuviera mejor atendido".

Esta versión choca frontalmente con la de la madre del niño, María Sánchez, según la cual cuando su hijo, deficiente mental en grado medio, se presentó en la iglesia junto al resto de sus compañeros, el cura no lo dejó subir al altar, en contra del deseo de los padres y ante la sorpresa de los asistentes. No obstante, Abilio González, optó por administrarle finalmente el sacramento en el banco donde el niño se encontraba.

María Sánchez señaló que no es cierta la versión del párroco que había alegado que el pequeño Javier Pérez era muy nervioso e "iba a dar el espectáculo" si subía al altar. La madre hizo hincapié en que el niño, que tiene una edad mental de cinco años, es tranquilo y obediente. Uno de los profesores de Javier, Manuel Natera, coincidió en ese extremo: "Si se le dice que se siente, permanece sentado todo el tiempo, porque es muy tímido".

El portavoz del arzobispado de Granada, añadió que "el hecho ha sido desorbitado por personas ajenas a la ceremonia que ni siquiera estaban en la iglesia, porque ese tipo de gente no suele ir allí".

El profesor del niño señaló ayer que lo sucedido había producido "un dolor fortísimo a la madre y la indignación general". "Incluso en la ceremonía", añadió, "hubo gente que se echó a llorar".

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