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El congreso de Solidaridad evidencia la crisis de identidad del sindicato polaco

El sindicato Solidaridad, leyenda de la lucha polaca contra el totalitarismo, parece estar quedándose en una mera leyenda tras haber alcanzado su principal meta: la abolición del comunismo en Polonia. El recién clausurado congreso nacional de Solidaridad demostró claramente la incapacidad del sindicato de salir de una crisis de identidad, económica y de cuadros.La única fuerza aglutinadora del movimiento de Solidaridad lo sigue siendo Lech Walesa quien, sin embargo, sueña con abandonar a sus colegas sindicalistas y trasladarse a Varsovia, al palacio presidencial del Belvedere, en vez de dirigir una organización condenada a perder su antiguo papel político una vez que surjan los auténticos partidos políticos.

Con arreglo al programa aprobado por el congreso nacional, Solidaridad continuará siendo un movimiento social y no se acogerá a una fórmula puramente sindical-reivindicativa, lo cual puede considerarse como el más importante éxito de los delegados de dejar una puerta abierta en el programa para que Solidaridad pueda tener su propia representación en el Parlamento y apoyar a partidos políticos concretos.

Las ambiciones políticas de las más destacadas figuras de la plana mayor del sindicato no son parejas, sin embargo, a la existencia de un proyecto político concreto. Esta crisis ideológica de Solidaridad puede desembocar en rupturas no sólo entre las diversas camarillas que rodean a Walesa, sino también entre las respectivas organizaciones regionales y estructuras de ramo, cuyos líderes tienen, en muchos casos, sus propias pretensiones políticas. No es, pues, nada extraño que ante esta situación todo el congreso se vio dominado por la figura de Lech Walesa.

La persona que dirigirá el sindicato será, con toda probabilidad, el primer vicepresidente, cargo al que Walesa propondrá, según fuentes próximas al líder sindical, a su más estrecho colaborador, Lech Kaczynski. Él y otros miembros de la corte de Walesa de Gdansk podrán realizar también la política del "gran líder" cuando éste llegue, conforme con sus ambiciones, a la jefatura del Estado polaco.

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