Lafontaine, gravemente herido en un atentado con arma blanca
Oskar Lafontaine, de 46 años, el candidato socialdemócrata a la cancillería de la República Federal de Alemania (RFA), fue apuñalado ayer por la noche en el cuello por Adelhaid Straidl, una mujer alemana, de 42 años, que escondía el cuchillo en un ramo de llores y que alcanzó a cercenarle la carótida durante un mitin del SPD en Colonia. Tras ser operado en la Clínica Universitaria de dicha ciudad, y pese a que perdió mucha sangre, a media noche Lafontaine se hallaba ya fuera de peligro, según indicó el presidente del SPD, Hans-Joachim Vogel. Se desconocen los motivos del atentado, aunque la policía no descarta que se trate de una perturbada.
Unas 2.000 personas asistían al mitin socialdemócrata en el Palacio de los Deportes de Colonia, al que había acudido el líder socialdemócrata en apoyo de Johannes Rau, actual ministro presidente de Renania del Norte-Westfalia que pretende renovar su mandato en las elecciones al Parlamento de este Estado, el más poblado de la RFA, que tendrán lugar el próximo día 13 de mayo. Rau es asimismo el predecesor de Lafontaine en la tarea de intentar desbancar a Helmut Kohl de la cancillería.Una mujer morena, de nariz prominente, marcadas ojeras, vestida de blanco y con el cabello largo que le caía por encima de los hombros, consiguió, tras varios intentos abortados por el servicio de seguridad, subir al estrado con un ramo de flores en la mano y acercarse a Lafontaine, que ocupaba una de las esquinas de la mesa. Todo parecía indicar que se trataba de una admiradora del brillante político socialdemócrata que pretendía obsequiarle y obtener un autógrafo.
Escondido entre las flores, la mujer empuñaba un cuchillo que sin mediar palabra clavó en el cuello de Lafontaine cercenándole la arteria carótida. Todo sucedió en décimas de segundo. Lafontaine cayó al suelo, como un peso muerto mientras manaba abundante sangre de la herida formando inmediatamente un gran charco a su alrededor. La autora del atentado no se movió. Mientras el caos se adueñaba del estrado contagiando a los asistentes al mitin, los fotógrafos y cámaras de televisión se lanzaban a conseguir imágenes tanto de la víctima como de la ejecutora. Pasa a la página 4
Una mujer seccionó la carótida al líder del SPD
Viene de la primera páginaLa imágenes retransmitidas por televisión sobre la agresión a Lafontaine mostraban a la mujer sentada en una silla, en una esquina del estrado, aparentemente tranquila y negándose a responder a las preguntas de la policía que intentaba averiguar su nombre y los motivos de su acción, mientras que al fondo seguía aún el candidato socialdemócrata bañado en su propia sangre. Horas después la policía indicó que la asesina frustrada era alemana y tenía 42 años y durante la madrugada indicó que se traba de Adelhald Streidl, aunque no dio más precisiones. Según la cadena de televisión ARD, la hermana de la autora del atentado indicó que estaba mentalmente perturbada.
Lafontaine fue rápidamente trasladado a la Clínica Universitaria de Colonia donde fue sometido a una operación en la que se consiguió parar la hemorragia. Alrededor de la medianoche el presidente del SPD, Hans-Joachim Vogel, acompañado de Joannes Rau y el cirujano que efectuó la operación comunicaron a la Prensa que se aglomeraba a las puertas de la clínica que Lafontaine se hallaba ya fuera de peligro y que solo cabía esperar que se recuperara bien.
Los primeros rumores, cuando Lafontaine aún permanecía en el quirófano, aseguraban que se trataba de un atentado de la extrema derecha, mientras que otros apuntaban a una venganza personal contra el político.
La personalidad de Lafontaine, reelegido triunfalmente el pasado mes de enero como ministro presidente del Sarre, es, desde luego, de las que puede despertar odios y pasiones. Sus apuestas políticas pueden gustar o no, pero no dejan indiferente. Cuando a principios de diciembre pasado, tras la euforia de la caida del muro de Berlín, osó criticar en público la política del Gobierno del canciller Kohl de dar acogida a todos los alemanes orientales que decidían pasarse a la RFA y pedir que cesaran todas las ayudas especiales que recibían y se clausuraran los centros de acogida, todo el mundo pensó que estaba loco o que había decidido cometer un suicidio político o que, simplemente no quería aceptar el puesto de candidato.
El problema de los refugiados
Poco tuvo que esperar. Tras su triunfo en el Sarre, que le sirvió para confirmar su candidatura a la cancillería, el problema de los refugiados, que llegaban por decenas de miles a la RFA, obligó al propio canciller Kohl a adoptar las medidas que proponía Lafontaine, al que había acusado de antialemán y demagogo. El canciller, que ayer se encontraba en París para asistir a la cumbre franco-alemana, fue informado inmediatamente del atentado. Kohl, indicó un portavoz, "estaba profundamente impresionado", y le era difícil entender los motivos de la acción "pero esperaba fervientemente que Lafontaine sobreviviera".
El atentado no tiene, ciertamente, ninguna señal de estar instigado por la temida Fracción del Ejército Rojo (RAF), que a finales de noviembre pasado asesinó a Alfred Herrhausen, el presidente del Deutsche Bank. Tampoco parece la obra de un grupo de extrema izquierda, tal vez por esto las primeras posibilidades indicadas por el Ministerio del Interior se inclinan por considerarlo la obra aislada de una persona perturbada. Nada, sin embargo parecía seguro esta madrugada.
La gravedad de sus heridas podrían descartarlo de la campaña electoral dejando a la oposición socialdemócrata sin nadie con el suficiente peso para enfrentarse al canciller Kohl que se encuentra, además, en uno de los momentos más pujantes de su carrera política.
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