Un área de descanso infinita
Los "monstruos interiores" de la ignorancia, intolerancia e insolidaridad a los que hacía mención EL PAÍS (véase el editorial del domingo 1 de abril) han revuelto las aguas de la Asociación de Vecinos Comerciantes de la Zona Centro de Madrid. Frente al propósito de la comunidad de Madrid de crear un área de descanso para las prostitutas, esta asociación ha desatado una campafía en contra mediante recogida de firmas e invitando a los vecinos a colgar de sus balcones un rotundo y escueto no, esgrimiendo como argumento el submundo SIDA, droga, proxenetismo y delincuencia que acompaña a la prostitución.La existencia misma del negocio de la prostitución, la colonización del cuerpo de las mujeres convertidas en mercancía sexual para ocio y diversión no constituye, según parece, una causa digna de alterar las tranquilas aguas de antaño. El proyecto de la comunidad de Madrid es, en cualquier caso, un proyecto filantrópico-regulador que ni ataca ni cuestiona el auténtico problema: la erradicación del negocio de la prostitución.
Pero si se trata sólo de una reforma filantrópica, ¿por qué no proyectar un área de descanso infinita? Un área donde todas las mujeres podamos descansar de los acosos sexuales en el trabajo, de las palizas, abusos, violaciones, de la publicidad que nos exhibe como objetos, de la prostitución que trafica con cuerpos de mujeres, de la pornografía que nos vende como ganado sexual-
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