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El Papa lanza en Praga una condena implacable del sistema comunista

Juan Arias

Juan Pablo II besó ayer tierra checoslovaca en el aeropuerto internacional de Praga a las 11.05, donde afirmó en su primer discurso que "la pretensión de construir un mundo, sin Dios se ha demostrado una trágica ilusión" e hizo una condena implacable de los regímenes comunistas. El Parlamento, tras semanas de debate, acababa de decidir a las tres de la madrugada cambiar el nombre al país, que se llamará ahora República Federativa Checa y Eslovaca.

ENVIADO ESPECIAL,En los cinco discursos pronunciados ayer en Praga, Juan Pablo II, que fue aplaudido con una fuerza que sólo encuentra parangón en la historia de las giras papales en su primer viaje a Polonia, hizo una condena implacable de todo el pasado régimen, no sólo de este país, sino de los demás de la Europa central y oriental, afirmando que habían estado paralizados "a causa de la violenta aplicación de una ideología materialista" y que hoy por fin "emprenden el largo viaje de la libertad".El Papa polaco celebró por la tarde una misa ante 600.000 personas en la explanada de Letana, en la misma donde suelen exhibirse las compañías de circo, donde se celebra la manifestación de trabajadores el Primero de Mayo y donde se hacían en el pasado los desfiles militares.

El imponente altar, cubierto de flores con los colores vaticanos (blanco y amarillo), había sido levantado enfrente de lo que hasta 1956 había sido el gran mausoleo de Stalin, que dominaba desde lo alto la bella ciudad de Praga con una estatua de 14 metros que fue dinamitada tras el vigésimo congreso comunista de Moscú.El gran conquistador

Ayer, el gran conquistador, que no dudó en decir (que ha sido Dios quien había preparado desde lejos a un Papa eslavo para guiar este momento en el que "se derrumba la torre de Babel", fue sin duda Karol Wojtyla, quien dijo a los checoslovacos que no sólo es un Papa que "conoce su lengua", sino que también "supo comprender su silencio" y hoy se ha convertido "en su nueva voz".

No tuvo piedad el Papa polaco con el pasado régimen comunista de Checoslovaquia. No hizo la más mínima concesión, ni siquiera diplomática, a ningún tipo de conquista positiva ni siquiera en el campo social del pasado régimen.Hablando de la anterior situación, también el nuevo presidente del país, Vaclav Havel, en su discurso de bienvenida en el aeropuerto, estuvo en total sintonía con Juan Pablo II, hasta el punto de llegar a decir: "No sé qué cosa es un milagro. Pero a pesar de ello me atrevo a decir que en este momento estoy participando de un milagro: en el país arruinado por la ideología del odio llega el mensajero del amor, en el país hecho pedazos por el Gobierno de los ignorantes llega el signo viviente de la sabiduría".

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Al dirigirse a los hombres de la cultura, Juan Pablo II les explicó que la derrota del pasado régimen político se ha debido al hecho de que "en el corazón de todo materialismo anida siempre el miedo".

Y exclamó, arrancando un aplauso estruendoso: "Vosotros, por el contrario, habéis vencido el miedo". Y citando al poeta checolosvaco VIadimir Holan, que decía que "nada se construye sin la dimensión trascendental", afirmó: "Sin el sentido del más allá todo tipo de cultura se convierte en un fragmento informe como la inacabada torre de Babel".

El papa Wojtyla dejó ayer muy claro su pensamiento de que e] proceso hacia una nueva unidad europea no podrá realizarse sin volver al concepto de cristianidad, sin olvidarse "de las raíces cristianas de la cultura europea".

Y recordando la estructura urbanística de Praga, se preguntó: "¿Qué sería del panorama fascinador de esta ciudad de las cien torres si se perdiese el perfil de la catedral y de todo lo que lleva el sello del cristianismo?".El día del desquite" '

En la misa de la tarde de ayer de nuevo el papa Wojtyla, en un escenario de triunfo total, que algunos observadores calificaron como "día del desquite o de la reconquista", volvió a arremeter contra el pasado inmediato de este país afirmando: "Hace aun menos de un año hubiese sido impensable que pudiese venir aquí el Papa, también él eslavo. La puerta estaba cerrada, cerrada con el candado de las prohibiciones de un sistema que tenía miedo de Cristo y hacía todo para excluirlo de la historia de las naciones".

Y añadió, ante los aplausos que se iban haciendo cada vez más unánimes: 'Tuestra historía cristiana no está acabada. Vuestros santos no están mudos. Siguen vivos. Son ellos los garantes de vuestro pasado y de vuestro futuro". En realidad, Juan Pablo II se asomó ayer -en expresión suya- al balcón de Europa para lanzar un mensaje a Oriente, pero también a Occidente.

Vino a decir que en la Europa del Este ex comunista nada volverá a ser como antes. Que en este momento ha llegado la hora de los creyentes. Y que sobre las ruinas del pasado, la Iglesia de estos países, que, ha afirmado, "deberá ser poderosa", tendrá que estar ahora atenta para no contagiarse con los virus de Occidente, los cua les, según Juan Pablo II, son "El secularismo, el indeferentismo. el consumismo hedonista, el materialismo práctico y el ateísmo formal".

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