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CITAS CON LAS URNAS

Mitsotakis acaricia la mayoría absoluta

, ENVIADO ESPECIAL, Grecia vivió esta madrugada su segundo infarto electoral en tan sólo cinco meses. La mayoría absoluta del Parlamento necesaria para poner el país en marcha bailaba al son del partido conservador Nueva Democracia, al que faltaron tres escaños para lograrla el pasado 5 de noviembre. Con la mitad de los votos escrutados, la formación de Constantino Mitsotakis tenía el 47,9% y acariciaba en solitario la jefatura del Gobierno. Su eterno rival, Andreas Panpandreu, líder del PASOK, sufría un considerable descenso, un 37,9%, declive que también experimentaron, aunque algo menor, los comunistas de la Coalición de Fuerzas de Izquierda y de Progreso, un 9,8%. A pesar de ello, sobre Mitsotakis seguía pendiendo la espada de un diputado para obtener la mayoría.

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Teodoros Katrivanos, ministro del Interior, aseguró hacia. las 2,30 de la madrugada (1,30 hora peninsular) que, con más del 50% de los votos escrutados Nueva Democracia (ND) había obtenido 150 diputados; los socialistas del PASOK, 124 y, los comunistas, 19. Otros diputados electos eran un musulmán por la minoría de esa confesión religiosa; un ecologista, y uno de Diana -un grupo disidentes de Nueva Democracia- Los cuatro escaños restantes de la Cámara, que cuenta con 300 diputados, aparentemente corresponden a los candidatos únicos de la izquierda de otros tantos distritos en los que se elige a un sólo diputado. El ministro afirmó que eran "datos provisionales" pero que la "tendencia" es que ND aumente sus filas con otro diputado, lo que le daría el Gobierno en solitario.El recuerdo de la larga noche del 5 noviembre, en la que la ventaja inicial de Nueva Democracia se fue desvaneciendo paulatinamente hasta dejar a Mitsotakis nuevamente con la miel en los labios (46,2% y 148 escaños en noviembre pasado), hacía que el líder del partido conservador se resistiese a cantar victoria. Así, dio un plantón a los centenares de periodistas que esperaban su anunciada comparecencia en el centro de prensa internacional, instalada en el palacio Zapión. Fuentes de la alianza comunista aseguraban en privado que, según sus cálculos, el partido derechista tenía asegurados al menos 150 escaños, y no descartaban que superase esa mágica barrera; pero poco antes, el propio líder de esta formación, Harilaos Florakis había insinuado lo contrario por televisión.

La situación no permitía, en todo caso, que nadie echara las campanas al vuelo porque una mayoría precaria, aunque mejor que un bloqueo como el de noviembre de 1989 (o el de junio de ese mismo año), auguraría tiempos todavía difíciles para un país que lleva un año sin ser gobernado pese a sufrir la peor crisis de la Comunidad Europea.

Ayer, nada más votar en Salónica, Mitsotakis, a quien cada vez le cuesta más mantener una sonrisa que, por cierto, le debe robar miles de votos, se mostró convencido de que el pueblo votaría "por el futuro y no por el pasado, por ir hacia delante y no hacia detrás". Un optimismo en el que coincidía con su máximo rival, el líder del socialista PASOK, Andreas Papandreu, quien emitió su sufragio en el barrio ateniense de Ambelokipi y lanzó este mensaje: "Estoy seguro de que vamos a ganar y de que el lunes Grecia tendrá un Gobierno progresista, democrático y renovador". Por su parte, Harilaos Florakis, presidente de la Coalición de Fuerzas de Izquierda y de Progreso (que dominan los comunistas), a la que ya se pronosticaba un retroceso sobre el 10,96% y 21 escaños obtenidos en noviembre pasado, aseguraba que "lo importante no es tener un par de diputados más o menos", sino que el programa de su grupo sea asumido por un amplio espectro. Un acuerdo entre comunistas y socialistas se presentaba como probable si juntos alcanzaban la mayoría absoluta.

Un periodista griego ha explicado muy gráficamente la cirugía económica que habrá que aplicar durante los próximos tres años: "En el primero habrá que cortar la carne, en el segundo habrá que llegar hasta el hueso y en el tercero habrá que cortar también el hueso". Grecia empieza a disputar el poco honroso título de enfermo de Europa a su tradicional enemigo, Turquía, que se lo ganó a pulso durante la larga y penosa decadencia del imperio otomano. Una inflación de casi el 18% y una deuda externa de 25.000 millones de dólares son sólo los datos más espectaculares de un conjunto catastrófico pero que, curiosamente, no ha afectado aún al nivel de vida del ciudadano medio.

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El próximo Gobierno tendrá que acabar con esta esquizofrenia. Por eso interesaría que fuera fuerte. Cansados de los innumerables escándalos económicos y personales que dominaron las dos últimas campañas electorales, los griegos votaron pensando en el bolsillo. Los propios dirigentes políticos dejaron a un lado las cuestiones exteriores o las acusaciones a los rivales de pretender volver a los tiempos de la guerra civil o de matar las libertades democráticas para hablar sobre todo de dólares, inflación y modernidad.

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