Huecos en los mítines
Mitsotakis estaba ya hablando cuando aún era posible acercarse hasta su tribuna sin dar demasiados empujones. Era el cierre de la campaña de Nueva Democracia (ND) en Atenas, el viernes por la noche, y el Campo de Marte, junto al Museo Arqueológico, y las calles adyacentes acogían a una abigarrada multitud de simpatizantes del partido conservador armada de cohetes, bengalas, bocinas y banderas blancas y azules. "Grecia está de rodillas" por culpa de Papandreu, aseguraba el líder conservador, que se presentaba como la única posibilidad de salvar al país de la ruina absoluta.El espectáculo era impresionante, pero mucho menos que el que ofrecía la plaza de Sintagma en los comicios de 1985 o los de junio de 1989. Los estados mayores de los, partidos ya no polemizan sobre qué líder arrastra a más. gente. Saben perfectamente que el entusiasmo, después de: tres elecciones en apenas 10, meses, ha dejado paso al escepticismo. No ignoran tampoco que, a la postre, el poder no se gana llenando una plaza.
Andreas Papandreu cerré, la campaña del PASOK en la. capital macedónica, Salónica, frente al mar, en la hermosa, plaza de Aristóteles. "Mitsotakis copia las recetas neoconservadoras de Margaret Thatcher y quiere abolir el Estado del bienestar", acusaba el carismático Papandreu, que presentaba una eventual, alianza con los comunistas; como "el poder tranquilo que puede garantizar seguridad para el presente y esperanza para el futuro".
La coalición comunista tuvo, por su parte, serias dificultades para ofrecer el jueves; la impresión, también en el Campo de Marte, de que no se desliza por la misma cuesta abajo que está arrojando a las catacumbas a sus correligionarios de muchos países del este europeo. Fue María Damanaki, la vicepresidenta del Parlamento, y no Florakis o el número dos de la Alianza, Leónidas Kirkos, quien se dirigió a la no demasiado nutrida multitud para atacar tanto a la ND como al PASOK.
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