Un tercio de los presos de Carabanchel es de origen extranjero
La prisión madrileña de Carabanchel -el centro de detención más grande del país, con más de 2.000 internos- acoge a presos de 35 nacionalidades. El grupo más numeroso lo integran reclusos de origen marroquí, colombiano y nigeriano, acusados de tráfico de hachís, cocaína y heroína, respectivamente. Constituyen un tercio de la población reclusa a nivel nacional, calculada en más de 30.000 internos.
Los colombianos se enrolan rápidamente en cualquier actividad al llegar a la prisión, según un estudio realizado en la cárcel de Carabanchel por Emilio Monteserín, sociólogo y funcionario de prisiones. El informe, en el que colaboraron también los sociólogos Fernando Almodóvar y Carlos Pereira, se realizó entre los 205 colombianos internados en ese centro, con objeto de conocer el perfil personal y social del grupo.Los internos reconocen que no dejan de envidiar silenciosamente a quien llega a hacerse rico con el tráfico de estupefacientes. "Nosotros", dice uno de ellos, "veníamos a hacer un plantecito, esto es, ganar un poquito de plata y dar una entrada para una plaza de taxi, montar un bar o cualquier otra cosa. Se podría decir que somos delincuentes circunstanciales. Somos gente que por encima de todo, sólo busca la posibilidad de ganar un poco de dinero para poder vivir honradamente". Muchos de los detenidos, según sus declaraciones, fueron denunciados por sus propios compatriotas.
Lentitud de la justicia
Sobre la justicia española, la mayoría opina que lo peor es su lentitud y lo mucho que cobran los abogados, que. "no te atienden nada". En Colombia, por el mismo delito, se paga mucho menos "Los jueces están atemorizados ya que saben que si imponen mucha condena su propia vida o la de su familia corre peligro. Tampoco están bien pagados y se les puede sobornar", justifica uno de los internos.
Los presos colombianos aseguran ser víctimas de la situación que vive su país: "Yo tenía dos caminos: o hacerme un sicario o irme con la guerrilla. Y opté por hacer este viaje. El día que en Colombia se pueda encontrar un empleo digno y se pueda cuidar la salud, el narcotráfico se reducirá al 50%". Otro de los internos explica así su vida: "He manipulado coca en la zona amazónica desde los 14 años. La he consumido, pero no tengo ninguna dependencia. Aquí no fumo ni tomo cerveza".
Los internos no se quejan, sin embargo, de la comida carcelaria. "Muchos de los colombianos que estamos aquí nunca comimos tan bien hasta que llegamos a Carabanchel", dice uno de los encuestados. "Comemos carne casi a diario. Tirar el pan que sobra, como se hace aquí, no lo hacen allí ni los que tienen dinero". El 70% de los presos de esta nacionalidad vendía la cerveza que se les permitía beber -un tercio de litro, previo pago de 45 pesetas, en la comida del mediodía-; la revendían a 125 o 130 pesetas, e incluso más si lograban sacarla del comedor. Con las ganancias obtenidas compraban sellos o productos en el economato. Actualmente está prohibido el consumo de cerveza con alcohol en el interior de las cárceles.
Pese a estar fichados por tráfico de cocaína, la mayor parte de los 200 colombianos internados en la prisión madrileña no continúa con el negocio en el interior de la prisión, según fuentes penitenciarias. Sí consideran implicados en estas actividades ilegales a presos de color y otros de origen árabe.
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