Vargas Llosa propone "un cambio en libertad"
El escritor Mario Vargas Llosa, de 54años, cerró la campaña electoral de Lima con un mitin al que asistieron unas 50.000 personas, a las que pidió un voto para "el cambio en libertad" y expuso su convicción personal de que durante su estancia de 16 años en Europa conoció lo que ahora desea para Perú. Mientras Vargas lucha por conseguir los últimos votos, que no le llegarán para una mayoría absoluta en la primera vuelta del domingo, y daba por concluida su campaña con otro mitin celebrado ayer mismo en su ciudad natal de Arequipa, crece como un reguero de pólvora el fenómeno Fugimori.
Se trata de un descendiente de japoneses que podría quedar segundo en la elección presidencial del domingo, según los sondeos de Demoscopia. La ley electoral prohibe publicar encuestas desde 15 días antes de la votación, pero los sondeos guardados en poder de las empresas encuestadoras coinciden en señalar al ingeniero Alberto Fugimori como segundo para el domingo.Los pitucos (pijos) tomaron por unas horas en la noche del miércoles el centro de Lima. Llegaron en bandadas desde Miraflores, Barranco y San Isidro, los barrios elegantes de la capital, y ocuparon las calles que normalmente nunca transitan. Chicas jóvenes comentaban al enviado de este periódico que "hacía un tiempazo que no venía por aquí, más de tres años, porque esta zona es muy peligrosa". Por unas horas, el mitin final de Vargas en Lima consiguió aproximar a pitucos y cholos, que viven en el mismo país pero en culturas diferentes.
Invadieron los ricos el hotel Sheraton, que da a la plaza donde se celebró el mitin. Bloquearon los ascensores y lo llenaron todo son sus grititos, aspavientos, camisetas de algodón con el emblema de Libertad, el movimiento que apoya a Vargas, y olor a perfume caro. Muchos habían alquilado habitaciones con vistas a la plaza o pedían a los huéspedes del hotel permiso para instalarse en los balcones. Temían quizá pisar el cemento, tal vez por el riesgo de un atentado o, más sencillo, porque no están acostumbrados a posar sus caras zapatillas deportivas sobre las calles del centro de Lima, donde cada día miles de vendedores ambulantes luchan físicamente por la vida en el marco de la llamada economía informal.
La mayoría de los 252 balcones de la fachada del Sheraton se llenó de público para escuchar desde allí la palabra de Vargas. Una de las mujeres más activas de la campaña presidencial del escritor, esposa de un candidato a senador, comentaba indignada en el vestíbulo del hotel que aquello no le gustaba nada, "yo cerré mi habitación y los eché a todos a la calle, que es donde hay que estar para apoyar a Mario". No le faltó público al escritor, que congregó a unas 50.000 personas, ante las que lanzó un discurso de 57 minutos. Los comienzos transcurrieron según la parafernalia habitual de sus mítines. "Ponte al frente,/está en tus manos, / el Perú de tí depende, / ponte al frente / para elegir / un verdadero presidente"', tronaba la megafonía al difundir la canción del Frente Democrático (Fredemo) que apoya la candidatura de Vargas.
Lo original en el mitin final de Lima fue la miniintervención del alcalde de la ciudad, Ricardo Belmont, que en unos segundos saludó a Vargas y se pronunció por la necesidad de evitar una segunda vuelta en las actuales circunstancias del país. Belmont expresó su apoyo a Vargas, cuyo único error ha sido "decir la verdad", y se pronunció el alcalde contra "tanta bajeza, tanta mentira y tanta deslealtad" en la campaña contra el escritor. El gesto de Belmont tiene importancia. El alcalde de Lima es un presentador de televisión que el pasado 12 de noviembre ganó como candidato independiente la alcaldía de la capital con un 45% de votos, mientras que el hombre del Fredemo sólo consiguió el 26%. El voto a Belmont se considera como una expresión de protesta frente a los partidos políticos. Al ganar a Belmont para su causa, los estrategas de Vargas confían en recibir una buena parte del electorado del alcalde. Ésta sería el arma del Fredemo para tratar de llegar -lo que se considera casi imposible- al 50% que haría innecesaria la segunda vuelta.
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