Las espesas barbas del patriarca
En los centros de Engelmajer, los toxicómanos firman en una hoja diaria que están allí por su voluntad
Hay en un recibidor de la comunidad terapéutica de Ambite, en Madrid, un retrato de Lucien Engelmajer. Las espesas barbas blancas del patriarca se alargan sobre su pecho, en un perfil pintado sobre azulejos y enmarcado entre dos farolillos que debieron iluminar en tiempos a una imagen de la Virgen. Este apátrida afincado en España, omnipresente en los labios de más de 2.100 ex toxicómanos que viven en 65 centros de este país, ha creado un sistema privado de rehabilitación -el más importante del territorio nacional- basado en los propios toxicómanos, tan espeso y enredado como sus barbas.
Una antigua fábrica de harinas -en un valle de Ambite, a unos 60 kilómetros de Madrid- alberga a 140 ex toxicómanos. La tarde ve como grupos de jóvenes malencarados se afanan en picar un voladizo en el patio y Claudio, romano de 34 años, -hay unos 20 italianos- suda con una carretilla en el jardín. Cuando la suelta, tiemblan sus manos, y explica, nervioso y con la boca seca, que lleva 10 días y que duerme mal. Poco queda para que termine el sevrage-block, (periódo de deshabituación) que él combate en un dormitorio común con otros 9 compañeros a base de masajes, tisanas de salvia o melisa y mucho trabajo. Claudio ha sido admitido antes de que El Patriarca, organización fundada en 1972 por Engelmajer, cerrara sus puertas á nuevos toxicómanos en España, donde viene trabajando desde 1979. Unos 200 centros en 11 países acogen a 5.000 adictos. Tres responsables de dos comunidades de Mallorca están en prisión por supuesta coacción y malos tratos y entre 140 y 150 personas han abandonado los centros españoles desde la semana pasada. Los internos deben firmar una hoja diaria afirmando que están allí por su voluntad.La rehabilitación de Santa Lucía -así se llama el centro- está cercana a su conclusión, tras cuatro años de trabajos. En casi todas las dependencias hay fotografías y posters del director-fundador, -un ex vendedor de muebles de 70 años- "Es el debido respeto que le tenemos", se justifica Miren, una de las responsables (son varios), ex toxicómana como todos. En todos los muchachos se nota un discurso en exceso repetitivo lleno de elogios hacia el Patriarca. Todo aparenta una armonía irreal.
Existe un ala médica, para personas con SIDA y habitaciones con varias camas que comparte gente del mismo sexo y otras para parejas. El día comienza a las 7.30 y transcurre con el trabajo que a cada uno se asigne en la reunión de todos los residentes cada noche: la jornada trascurre así preparando salvia en el invernadero para Juan Miguel o en una angosta cocina con huimos de fritanga para Manuel, barcelonés que ha vuelto por segunda vez al Patriarca, "soy rnuy tóxico, ¿sabes?"- y que, como los otros, ha iniciado un proceso de nomadismo, internacional en ocasiones. Y después, deportes y a la cama a las 11.
Sin andaluces
Ningún centro como éste está reconocido, salvo en Valencia, donde sus centros gozan de acreditación provisional. Un gran escollo es la resistencia a introducir responsables médicos y supervisiones en las comunidades. La única franca negativa de acreditación, en Andalucía, motivó que no se admitán andaluces para la rehabillitación.
Las ocho asociaciones -de portivas, de documentación o de seropositivos-, que hay en España se interrelacionan entre sí alrededor del mítico Patriarca. Y así, la Fundación Engelmajer, creada para subvencionar a los indigentes, compra bienes que traspasa a El Patriarca España bajo la normativa navarra que permite a las fundaciones ubicadas allí no sufrir inspección fiscal, según la Administración. Fuentes conocedoras de la asociación afirman que todos, "en ese árbol con diferentes rótulos, viven en una burbuja que les aísla de la realidad, a la que deberían adecuarse en el futuro. El mayor escollo parece ser el mismo Patriarca".
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