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La suerte del señor Mejorcito

Vázquez / Escudero, Caballero, MadrileñoNovillos de Alejandro Vázquez, bien presentados, astifinos, de juego desigual. Ramón Escudero: pinchazo, estocada corta atravesada y rueda de peones (silencio); cinco pinchazos -aviso-, dos pinchazos y seis descabellos (silencio). Manuel Caballero: estocada corta lendida perdiendo la muleta, descabello -aviso- y cuatro descabellos (palmas y también pitos cuando saluda); dos pinchazos y estocada desprendida (vuelta con algunas protestas). El Madrileño: metisaca bajo, pinchazo, espadazo enhebradísimo y dos

descabellos (silencio); dos pinchazos, media delantera y nueve descabellos (silencio).

Plaza de Las Ventas, 25 de marzo.

JOAQUÍN VIDAL

Don Agustín Pérez, más conocido por Mejorcito en la procelosa orden del castoreño, le pegó al cuarto dos puyazos so beranos en el morrillo. Verlo, y la afición entró en éxtasis. Eso puyazos en el morrillo eran nor males antes de la guerra (y un poco después, también), pero en esta hora son una rareza, como el pollo de campo, y reciben el nombre de su autor. Los de ayer se llaman "la suerte del señor Mejorcito".

Esta hora es la de los puya zos traseros, y se viene advir tiendo desde mucho tiempo atrás que cualquier día un pica dor va a matar un toro. Ayer, antes que lo de Mejorcito, otro miembro de la orden del castoreño, facción apóstata, le arreó un puyazo de esos a un pobr novillo colorao y lo dejó miran do para el Intelsat. Brutal, más cercano del rabo que del testuz el puyazo impío fue la suerte del señor Francisco María, en el mundo como su propio nombre indica.

Cayó el toro patas arriba y de ahí en adelante se estuvo cayendo a cada paso rnientras el público abroncaba al presiden te por no devolverlo al corral. Sabios presentes en la plaza afirmaban que el novillo colorao saltó entero a la arena y si lo partió el picador, debe considerarse accidente de la lidia, por lo que no procedía su devolución. Otros sabios asimismo presentes afirmaban que el novillo no saltó entero a la arena y puso de- manifiesto su invalidez al sentir el escozor de la puya.

No hubo tiempo para que todos los sabios celebraran consejo y al tal vez descordado, tal vez lisiado novillo, lo mechó El Madrileño, nuevo en esta plaza. Nuevo, y no era el único, pues los tres espadas debutaban, aunque con distinta fortuna. A El Madrileño le correspondió el peor lote: aquel novillo descordado, y de últimas, otro reservón al que quiso poner banderillas, tras dos docenas de pasadas le prendió una, luego probó embarcarlo en la muleta y como se paraba, la intención resultó fallida.

Más favorables oportunidades tuvieron sus compañeros y las aprovecharon según valores y sapiencias. Manuel Caballero, hijo de Albacete, estuvo valiente con un novillo incierto, al que sacó estimables muletazos. Y estuvo artista con el pastueño quinto, a lo largo de una faena desarrollada en ascendente progresión, en la que instrumentó artísticos redondos, aceptables naturales y un pase de pecho sencillamente monumental, que provocaron los olés de las grandes solemnidades.

Lote asimismo diverso correspondió a Ramón Escudero, alicantino y de amanzanarado pelo, lo cual quiere decir que se peina al estilo de su paisano Manzanares. Tamblén amanzanaró el toreo, a rachas, y se dio la circunstancia de que cuando menos lo amanzanaraba, mejor toreaba. Sacó varios pases de buen corte al violentito primero, y al cuarto le aplicó espléndidos redondos adelantando la pierna contraria, lo que acaeció cuando se liberaba del amanzanaramiento . Ese cuarto novillo llegó a la muleta boyante y seguramente tuvieron mucho que ver en ello los puyazos soberanos del señor Mejorcito; suerte rara en estos tiempos, que al toro ahorma, a la afición complace y a la orden del castoreño redime de sus muchas culpas.

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