Un líder en toda regla

Achille Occhetto, el secretario del Partido Comunista Italiano (PCI), no sólo consiguió desbloquear ayer por la mañana las tensiones de tipo humano y psicológico que habían atenazado el congreso celebrado en Bolonia, sino que con su réplica magistral se ha apuntado como una figura indiscutible de la política no sólo italiana, sino europea.Y la sorpresa ha sido que Occhetto se ha revelado a sus 53 años un político de talla internacional en el momento en que había empezado a ponerse en tela de juicio su liderazgo dentro de un partido fuertemente dividido, hasta el punto de que se apuntaban ya los nombres de sus posibles sucesores.

La maestría de Occhetto respondiendo a todos sus adversarios internos y externos consistió en saber escoger un tono paradójicamente muy poco italiano, poco teatral, haciendo uso sobre todo de la razón con indudable altura intelectual y dialéctica.

Y así, el Partido Comunista Italiano, el más grande de Occidente, que en realidad se había sentido huérfano tras la desaparición repentina del último gran líder histórico, Enrico Berlinguer, ha salido de su orfandad al descubrir que vuelve a contar con un líder de gran talla humana e intelectual. De este modo, de las cenizas del viejo PCI y en el momento más alto de la crisis del comunismo mundial, un comunista italiano se presenta otra vez en la escena política con la capacidad de guiar el dificil parto de una nueva fuerza política democrática, progresista y europea.

La aparición de este nuevo y sólido liderazgo ha dado de repente confianza -como se advertía visiblemente ayer en los rostros de no pocos congresistas- a un partido que está viviendo el mayor psicodrama de su larga y viva historia. Si el PCI ha necesitado siempre, o ha sabido generar, en cada momento histórico grandes líderes de talla internacional -como Gramsci, Togliatti, Longo, Amendola y Berlinguer-, lo necesitaba aún más si cabe en esta fase tan crítica y delicada. Y el 19º congreso se lo ha regalado.