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UNA NUEVA EUROPA

Occhetto se alza con la unidad para cambiar el PCI

ENVIADOS ESPECIALESEl secretario general del Partido Comunista Italiano (PCI), Achille Occhetto, y el histórico dirigente Pietro Inprao, líder de una firme oposición dentro de esa formación política, se fundieron ayer en un abrazo, en medio del entusiasmo general, al finalizar el discurso con que el líder comunista clausuró el congreso extraordinario de su partido en Bolonia. El abrazo traduce una unidad que reconoce las divergencias internas y el restablecimiento de la confianza entre los comunistas, planteados por Occhetto como premisa necesaria para avanzar en el proceso de refundación del PCI.

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Un líder en toda regla

El secretario general llegó incluso a poner su cargo a disposición del partido, si ello servía para el restableclir lento de ese clima. El Comité Central el PCI se reúne hoy por la mañana y su primera tarea será la elección del nuevo líder del partido. La apoteosis con que. Occhetto finalizó ayer su intervención, arrastrando el entusiasmo de los delegados, sumando voluntades y reconociendo el valor de las divergencias -"que dentro del juego de mayorías y minorías impone la democracia", dijo-, deja pocas dudas sobre esa elección.Los seguidores de Occhetto, el llamado frente del sí, contarán con una mayoría de, como mínirrio, los dos tercios. El secretario gleneral, en su intervención de una hora en el Palasport boloñés, había puesto su cargo a disposición de los congresistas en un ejercicio de sutileza política: "Quiero decir con toda franqueza que si se considera que la reconstrucción de un clima unitario -que para nosotros no quiere decir analación de las diferencias- en una recíproca relación de confianza hacia la opción del congreso de dar vida a una nueva formación política... se ve obstaculizada por la claridad con que he apoyado una idea política, entonces el partido tiene la posibilidad y el deber de elegir con la máxima claridad".El camino ha quedado expedito para seguir adelante en la formación de una nueva fuerza política que ccnstituya una "alternativa que descomponga el actual bloque de poder... una alternativa democrática a aquellas potencias políticas que en el campo de las finanzas, de la economía y de la información tienden a ejercitar una función de dominio sobre el conjunto de la sociedad".Primera prueba de fuegoEl próximo mes de mayo, cuando se celebren elecciones administrativas en Italia, el nuevo PCI se someterá a su primera gran prueba de fuego. Occhetto tendrá la prirnera prueba de si su aventura funciona o no. "Veremos si el deshielo [con los socialistas] se mantiene con la campaña electoral", ha afirmado el secretario del Partido Socialista Italiano, Bettino Craxi, en una declaraciones al semanario L´Espresso. En la clausura del congreso comunista estuvieron presentes los socialistas Gianni de Michelis, ministro de Asuntos Exteriores, y Giorgio Ruffolo, ministro del Medio Ambiente. Este último, situado en la izquierda socialista, subrayó que se ha iniciado "un duelo en la izquierda" y que ahora "se abre una nueva fase histórica para el sistema político italiano".

De Michelis, el dirigente socialista más proclive a la Democracia Cristiana, afirmó que el discurso de Occhetto iba destinado al "consumo interno" y era "fundamentalmente defensivo". Luego bromeó cuando dijo que el congreso "había servido para saber por lo menos el color de la cosa: el rojo". La cosa es el nombre que se ha acuñado en Italia para designar lo que va a nacer del PCI y que aún no tiene contornos definitivos. El líder comunista había dicho que no planteaba al PSI si quería gobernar con la DC (como ahora) o con el PCI, "sino que se defina sobre si quiere formar parte de un proyecto de profunda reforma de nuestras instituciones locales".Y pocos momentos antes, tras plantear el "inestimable valor de la moralización de la vida pública", Occhetto parecía pensar en los socialistas cuando dijo que los "organismos locales pueden ser el primer banco de prueba de la línea que pensamos desarrollar, que no es otra que la de una política y unas instituciones que proyecten más y gestionen menos". El chiste sobre el rojo lanzado por De Michelis tenía como objetivo la única concesión a la galería que hizo Occhetto en la clausura del congreso, cuando reconoció que el rojo era el color dominante en la sala, "porque es el color del movimiento obrero de inspiración socialista y comunista". Ingrao, que la víspera había dirigido una dura crítica al secretario general, había recibido una simbólica bandera roja de sus seguidores, que en pie cantaron el himno del mismo nombre. Occhetto la recuperó ayer y la convirtió en patrimonio no de una facción, sino en patrimonio de todos. "Al final de los congresos de la Internacional Socialista", dijo, "se canta en italiano Bandera roja, lo mismo que en Moscú. Es el signo de una herencia común, gloriosa, a la que no renunciamos". Ingrao no podía menos que abrazar a Occhetto.

Y éste, mientras el Palasport de Bolonia atronaba en aplausos, escondía la cara entre los brazos y rompía a llorar profusamente. "Lo que más me ha conmovido ha sido el abrazo de Pajetta, Natta e Ingrao, porque, más allá de su significado político, ha contribuido a descargar una tensión que duraba ya cuatro meses", concluyó Occhetto.

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