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El montañero solitario

Las tropas soviéticas abandonaron Afganistán hace más de un año y, sin embargo, Mohamed Najibulá ha logrado conservar el poder, a pesar de esta nueva intentona golpista. Fuentes de la Agencia Central de Inteligencia norteamericana (CIA) con base en Peshawar (Pakistán) habían afirmado que, sin los soldados soviéticos, Najibulá duraría menos que un caramelo en la puerta de un colegio.Moscú ha asegurado repetidamente, desde antes incluso de su retirada de Afganistán (el 15 de febrero de 1989), que no apoyaba a Najibulá y que su único empeño era llevar la paz a ese montañoso país, cuya población tiene el orgullo de ser el origen de la raza aria y haber hecho batirse en retirada a todos los invasores, desde Alejandro Magno a las huestes de la emperatriz Victoria de Inglaterra y del zar Mijail Gorbachov.

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Najibulá tiene un bigote tupido que es la continuación, apenas matizada por la amplitud de su cara, de unas cejas espesas y un pelo de azabache. Llegó al poder casi como ha continuado, como el comodín de la baraja soviética, cuyo principal objetivo era tapar el agujero abierto al apartar del poder al entonces presidente Babrak Karmal, el 4 de mayo de 1986.

Ni Moscú, ni Washington, ni tal vez nadie han sido capaces de vaticinar la astucia de este montañero solitario que, contra viento y marea, se mantiene en su puesto. Fuentes afganas aseguran que, durante el tiempo que estuvo al frente de la policía secreta (Khad), aprendió de forma sibilina a tratar con los jefes de las tribus que componen el mosaico del país -enclavado entre la URSS, Irán y Pakístán- y que gracias a ello se mantiene en su puesto.

Presión internacional

Najibulá ha hecho repetidos llamamientos a la comunidad internacional, a las Naciones Unidas, a la Unión Soviética y a Estados Unidos para que presionen a los rebeldes y faciliten la formación de un Gobierno de unidad nacional. La última vez fue el pasado 15 de febrero. Una vez más, su voz cayó en terreno baldío.

Jefe del Partido Democrático del Pueblo Afgano (PDPA), Najibulá, un comunista convencido desde los años universitarios, no dudó en ofrecerle su trono al ex monarca Zahir, que se encuentra exiliado en Roma desde su salida de Kabul, tras ser derrocado por su sobrino Mohamed Daud, en 1973.

Desde que Najibulá asumió la presidencia se ha producido un intento claro de acercamiento a las guerrillas musulmanas que tratan de derrocar al Gobierno comunista (y, por ende, ateo) de Kabul. Les ha prometido puestos en el Gabinete, incluso ha tratado de negociar con el legendarío guerrillero Ahmad Sha Masud, conocido como el león del Panshir, a quien ofreció la cartera de Defensa de un Gabinete de coalición.

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