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Pequeñas vacaciones

Un millar de niños sin clase se dieron cita en el carnaval infantil de Alcobendas

Ayer era el preludio del fin. La batalla de Don Carnal y Doña Cuaresma, que ayer representó el grupo Artimaña en la plaza Mayor, anunció el entierro de la sardina, el final que cerrará esta tarde el carnaval madrileño. Pero ayer fue también un día grande en Alcobendas, que concentró pregón, baile y desfile, y hasta un carnaval infantil, que vino al pelo para el segundo día de vacación escolar que los niños han tenido. Un millar de ellos de todas las edades se dieron cita en el parque de la Comunidad de Madrid de esta localidad del norte madrileño. Minúsculos arlequines y superhéroes, junto a diminutas hadas y colombinas, aprovecharon el día festivo para celebrar su carnaval.

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El disfraz

Un bebé de ocho meses disfrazado de pitufo fue el más joven participante entre la chiquillería que abarrotó el parque de Alcobendas, informa Javier Barrio desde Alcobendas. Los niños se fueron apropiando de las calles en un desfile casi interminable. Gracias al reciente reajuste escolar, que ha creado dos días festivos en el ecuador del segundo trimestre, los chavales han disfrutado de unas pequeñas vacaciones que han coincidido con el carnaval.La participación masiva en la fiestas de carnaval no se hizo esperar y hubo bailes y danzas al son de la música interpretada por la charanga Lo Imposible.

Entre los disfraces, para todos los gustos y tamaños, se pudo observar un buzón de correos, una vaca con cartelito incorporado alusivo a la perineumonía vacuna y una perfecta azafata que resultó llamarse José Ramón.

La bondad de los enanos se puso de manifiesto en la ausencia de disfraces alusivos a aspectos polémicos de la vida nacional o municipal.

Hermanos de Guerra

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Ya por la tarde, en el día fuerte del carnaval en Alcobendas, los actos comenzaron con las tradicionales carnestolendas, el combate entre Don Carnal y Doña Cuaresma, seguido del desfile de carnaval en el que se iban varios "hermanos de Alfonso Guerra", que partió desde el mismo parque de la Comunidad de Madrid, transcurrió por la calle de la Constitución, donde estaba situado el jurado, y terminó en la plaza del Pueblo.La actriz Norma Duval, pregonera, este año del carnaval, lanzó su anuncio desde el balcón del ayuntamiento para que "la buena gente de Alcobendas disfrute y se olvide de los problemas, durante unos días". La entrega de premios y el baile, después de la contemplación a veces extasiada de la vedette, se celebró en la misma plaza del Pueblo, lo que cerró a altas horas de la noche la fiesta.

El carnaval madrileño vivió ayer su último día alegre en el escenario carnavalesco de la plaza Mayor con la representación del combate de Don Camal y Doña Cuaresma. Es el último aliento jocoso en el caso, poco probable, de que en el tradicional entierro de la Sardina de hoy participen, como corresponde, plañideras enlutadas.

El combate, representado por el grupo Artimaña, se desgajó en cuatro entregas aderezadas con un amplio repertorio de efectos: humo, bengalas, cascadas luminosas y tracas. Desde el escenario iluminado con la luz de las antorchas se se imponen las penitencias a la ciudadanía, a la que le llegará mañana el triste momento de ayunar.

El escaso público que ayer asistió en la plaza Mayor a la tradicional celebración de las carnestolendas no evitó que charangas y grupos de personas disfrazadas bailaran y celebraran ante el próximo fin de los carnavales. Una tarima montada en la plaza sirvió para que se escenificara la tradicional lucha entre la carne y la abstinencia.

Tras la danza, en la que también participaron gigantes y cabezudos, grupos de madrileños permanecieron en la plaza, resistiéndose al triunfo final de Doña Cuaresma.

La Policía Municipal no tuvo que intervenir en ningún momento. Batmans, Frankensteins, damiselas y arlequines se dirigieron al pabellón instalado por el Ayuntamiento en el paseo de la Chopera para apurar la fiesta.

Tras el entierro de la Sardina, hoy está previsto un nuevo baile en la plaza Mayor. En principio, con la actuación de Luz Casal, pero el Ayuntamiento ha tenido que suspenderla.

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