El fiscal pide 4 años para una mujer por matar a su hijo para "salvar su honra"
El fiscal de la Audiencia Provincial de Jaén, Juan Muñoz, solicitó ayer la pena de cuatro años, dos meses y un día de prisión menor por un delito de infanticidio para Ramona García Roldán, soltera de 28 años de edad, que el pasado 18 de julio de 1989 dio muerte a su hijo recién nacido "para ocultar su deshonra", según admitió el fiscal. García Roldán dio a luz sola en el dormitorio de su vivienda, ubicada en la pequeña población jienense de Jimena, de unos 4.000 habitantes.Según el fiscal, la procesada utilizó unas tijeras para cortar el cordón umbilical, las mismas con las que inmediatamente después del parto ocasionó 89 heridas punzantes al recién nacido. A preguntas del fiscal García Roldán dijo que no recordaba nada del hecho. Tras dar a luz y ser ingresada en el centro maternal del hospital Ciudad de Jaén a consecuencia de una hemorragia interna derivada del parto, García Roldán negó, en principio, ante la incredulidad del ginecólogo que la asistió, haber alumbrado a ningún bebé. Posteriormente admitió a la Guardia Civil haber dado a luz, aunque mintió sobre el paradero del recién nacido. Señaló que lo había arrojado, envuelto en una bolsa de plástico, a un camión de recogida de basuras. Los rastreos que efectuó la Guardia Civil en los depósitos de basura de Jimena resultaron estériles.
Seis horas después del parto, efectivos de la Guardia Civil encontraron al bebé, sin vida, en el interior del armarlo del dormitorio en que fue alumbrado, envuelto entre paños, con heridas por todo el cuerpo y visiblemente desangrado.
La madre de la procesada aseguró al tribunal que ella desconoció en todo momento el embarazo de su hija, "pues es un poco gorda y siempre lleva ropa ancha", subrayó. Salvador Garrido, el novio, por su parte, aseveró que conoció el suceso varios días después.
En contra de la tesis esgrimida por la defensa -"actuó bajo un trastorno mental transitorio", dijo el letrado Diego Ortega-, el fiscal sostuvo que García Roldán fue en todo momento consciente de¡ hecho que cometió para ocultar su deshonra, atenuante ésta que calificó de "desfasada", a pesar de que admitió que "sí tiene incidencia en un núcleo rural como Jimetia". Dos de los tres peritos médicos que intervinieron en la vista oral coincidieron en que la procesada sufre una leve debilidad mental y que actuó bajo un trastorno mental transitorio. El juicio quedó visto para sentencia.
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