Conmoción en Viena por el juicio a un reputado pastelero acusado de espionaje
El juicio de la década en contra de Udo Proksch, acusado de haber causado seis muertes y de estafar a una compañía de seguros, ha transformado la sala de tribunales de Viena en un escenario circense. El acusado, Herr Udo, es un ex pastelero fino, presunto agente de la República Democrática Alemana (RDA), contador de cuentos, diseñador de anteojos y gran señor de la sociedad vienesa. Proksch ha logrado con sus excentricidades conmocionar a la opinión pública, que sigue con fervor este proceso que continúa enlodando a personalidades políticas austriacas.Cientos de personas llegan a las siete de la mañana a los tribunales para asegurarse un lugar en la sala y observar a este bufón que conquistó, mientras delinquía con estilo, a ministros, funcionarios judiciales y artistas. Por su última jugada tuvieron que renunciar el año pasado a sus cargos el ministro del Interior, Karl Blecha, y el ministro de Relaciones Exteriores y posterior presidente del Parlamento austriaco, Leopold Gratz. Blecha obstaculizó las investigaciones judiciales en contra de su amigo Udo, y Gratz hizo enviar documentos falsificados en Rumanía por valija diplornátIca para facilitarle una coartada a Proksch.
Herr Udo, que estuvo prófugo y escondido en Filipinas, se hizo una feroz cirugía estética que le dejó irreconocible. Después de un año de aventuras en Asia, como él llama a ese período de su vida, Herr Udo fue arrestado al llegar al aeropuerto de Viena. Tenía un pasaporte falso, peluca y barbas postizas y lentes de contacto de color celeste.
La historia comienza en 1975, cuando Proksch fletó el barco Lucona cargándolo, según declaró a la compañía de seguros, con "maquinaria para procesar uranio". En realidad, las cajas eran sólo chatarra vieja lacada con pintura amarilla. El Lucona se hundió misteriosamente después de una explosión, según relatan los supervivientes, en el océano Indico. Seis de los tripulantes murieron en el naufragio. El fiscal quiere probar al tribunal que el barco fue detonado con explosivos facilitados por el Ejército austriaco, donde Proksch tenía excelentes contactos.
Temor de los políticos
Proksch, que habla sin pausa en un divertido dialecto vienés que sazona sus relatos, hace temblar a los políticos y personalidades austriacas. Herr Udo administraba la pastelería Demel, en el centro de Viena, e instaló en los altos del local un exclusivo Club 45, sólo para hombres, al que acudían varios altos cargos del Gobierno. Allí estuvieron desde Bruno Kreisky hasta el actual canciller federal, Franz Vranitzky.Udo Proksch tiene debilidad por los juegos de guerra. Hace años, disfrazado de Napoleón, creó otro club exclusivo, el CUM (Civil und Militar), en el que participó el director general de la televisión austriaca, Teddy Podgorsy. En el CUM recolectaban material de desecho del Ejército y hacían ejercicios bélicos con explosivos que le eran suministrados por oficiales austriacos.
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