La carrera contra reloj del canciller
JOSÉ M. MARTÍ FONT, La polémica levantada por las declaraciones de un miembro de la cancillería de Bonn en las que se aseguraba que la República Democrática Alemana (RDA) estaba al borde de la bancarrota y que no podría hacer frente a los pagos de su deuda externa de 13.000 millones de dólares, desmentidas, sólo parcialmente, después por el portavoz del Gobierno y calificadas de "irreales" por las autoridades monetarias de la RDA, ha puesto en evidencia la carrera contra reloj del canciller Helmut Kohl. Este ha decidido romper todos los límites de velocidad en su obsesión por conseguir la unidad alemana en el menor tiempo posible.
Tras la presentación del plan de unificación del primer ministro de la RDA, Hans Modrow, el pasado día 1, y vistas las excelentes perspectivas de los socialdemócratas germano orientales en las próximas elecciones del 18 de marzo, así como el desastre electoral sufrido por la coalición gobernante de Bonn en Sarre, el acelerón dado por Kohl, forzando al presidente del Bundesbank a aceptar una inmediata unidad monetaria y retractarse públicamente de su oposición a esta medida, parece evidente ahora que los aspavientos de Bonn sobre el total colapso económico de la otra Alemania son, como mínimo, exagerados.
Comparada con otros países del bloque socialista, la situación en la RDA es de casi normalidad. Las tiendas están abastecidas, las industrias -pese a las bajas sufridas por el personal que ha emigrado a Occidente- siguen funcionando, y el crédito que Berlín Oriental disponía ante los bancos occidentales, está muy por encima del de los demás países del Pacto de Varsovia.
Para muchos observadores la ansiedad que se detecta en las filas democristianas es exclusivamente electoralista. El desmesurado empujón dado por Kohl en los últimos días en el camino hacia la unificación sólo se entiende, según estas fuentes, como una maniobra electoral destinada a impedir que el SPD tome la delantera y acabe consiguiendo la cancillería de Bonn en diciembre.
