Presiones en la OTAN para reducir las tropas en Europa
El Consejo Atlántico de la OTAN se enfrenta estos días a las propuestas de reducción de armamentos y tropas anunciadas por EE UU, Bélgica y Holanda Los posibles recortes unilaterales de las fuerzas de la URSS en Hungría y Checoslovaquia han roto el pacto de no entrar en reducciones país por país hasta que se firmara el acuerdo sobre desarme convencional (CFE) que se negocia en Viena. "Las presiones presupuestarias y de la opinión pública son muy fuertes", afirman fuentes de la OTAN. De momento, la RFA aún no ha forzado la máquina.
William Taft, el nuevo embajador norteamericano ante la Alianza Atlántica, admite que "una reducción significativa de las tropas soviéticas podría permitirnos reducciones extra en el lado occidental; Estados Unidos podría participar en ese recorte y también podrían hacerlo los otros aliados".La Administración norteamericana, en el proyecto de presupuesto para 1991, ya ha previsto la reducción de un 2,6% de los gastos de defensa y el cierre de 12 bases en el exterior, ocho de ellas en Europa. En total serán unas 60 instalaciones militares a cancelar el próximo año, que se unirán a las 80 cerradas en 1989. Este año, Estados Unidos tiene que retirar unos 15.000 soldados de Europa en cumplimiento del acuerdo de desmantelamiento de misiles de alcance medio (INF).
Estados Unidos defiende que toda retirada de tropas se haga dentro del acuerdo CFE de Viena que se firmará este año. Pero se le han adelantado otros países aliados. Holanda ya ha aprobado la retirada inmediata de 750 soldados de los 7.700 que tiene estacionados en la RFA, lo cual le producirá un ahorro de 127.000 millones de pesetas al año.
El ministro belga de Defensa, Guy Coeme, anunció el viernes la retirada de los más de 25.000 soldados que su país tiene en la RFA. Al día siguiente matizó que era un proyecto en estudio para poner en marcha tras el acuerdo de Viena. El Gobierno canadiense amenaza también con romper la disciplina atlántica.
Toma de posición
Todos los aliados quieren tomar posiciones previas antes de un reparto de la reducción de fuerzas convencionales que, según el ministro de Defensa español, Narcís Serra, "provocará un reajuste del ejército". Pero las verdaderas presiones comenzarán "cuando la RFA, hasta ahora prudente, insista en el desarme para acelerar la reunificación", afirma un alto representante de la OTAN en Bruselas. Sus planes iniciales, comunicados hace un mes, incluyen reducir en más de 60.000 nombres los efectivos del ejército.
La OTAN, según fuentes oficiales, "ha congelado casi todos los nuevos planes de armamento", entre ellos la futura fragata europea, mientras que la aprobada modernización del misil de corto alcance Lance parece que no verá la luz. "El proceso de desarme de la URSS, incluida su retirada en Asia [va a desmantelar la principal base aérea que tiene en Vietnam] es realmente increíble", comenta un diplomático. Un embajador europeo entiende que no se puede excluir que a la URSS, una vez que no se siente amenazada, le pueda convenir retirar unilateralmente sus fuerzas porque "acaso le interese más una Alemania controlada por EE UU que suelta".
La propuesta occidental es reducir a un máximo de 275.000 hombres las tropas norteamericanas y soviéticas en Europa. Los soviéticos plantearon un tope y un plazo mayor, para no verse obligados a afrontar una reducción del 54% de sus efectivos en territorio de sus aliados del Pacto de Varsovia frente a un 10% a que se obligaría, EE UU. Ahora Oleg Grinevsky, jefe de la delegación negociadora en Viena, plantea una reducción mayor, e incluso la retirada total de sus 550.000 soldados para 1995, si hay contrapartida occidental.
El Gobierno de la República Democrática Alemana afirma que, a diferencia de lo que sucede en Hungría y Checoslovaquia, los 385.000 soviéticos instalados en su territorio son consecuencia del acuerdo de la posguerra y que la desmovilización debía ser negociada dentro del marco cuatripartito de las potencias vencedoras e incluyendo las fuerzas extranjeras en la RFA.Las nuevas propuestas apuntan a una especia de CFE II o a una continuidad del proceso de desarme convencional de Viena. En esa segunda fase se incluirían las fuerzas navales, exigencia de la URSS a la que se niegan los occidentales.
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