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El flamenco de los Gipsy Kings calienta el frío invierno de París

Fue cosa digna de ser vivida la fiesta flamenca que en la noche del pasado viernes organizaron los Gipsy Kings en el crudo invierno parisino. En la descomunal sala Zenith, millares de jóvenes franceses e importantes contingentes de emigrantes latinos, magrebíes, africanos y asiáticos, dieron palmas, olés, aullidos y taconeos, corearon en castellano los estribillos, remedaron bailes andaluces y se lo pasaron estupendamente con las rumbitas, fandangos y tanguillos de esta familia gitana de origen español afincada en la localidad francesa de Arlés, los sobrinos del gran "Manitas de Plata".El fenómeno Gipsy Kings expresa de maravilla la hispanofilia que en los últimos años se ha apoderado de la juventud francesa. Para un mediano conocedor del flamenco, la música de los Gipsy Kings es facilona, más que sabida y ni siquiera está demasiado bien interpretada, pero el grupo es fresco, simpático y encima hace patria. Tonino, Diego, Paco, Nicolás, Andrés y Chico, la familia Reyes, españolean y, qué diablos, eso está muy bien en las vísperas de 1992.

La actuación de los Gipsy Kings en París, la ciudad que les lanzó en 1987, ha culminado una larga gira por Estados Unidos, Japón, Turquía e Inglaterra. La diosa fortuna les ha sonreido a lo largo de ese periplo y la mismísima lady Di se divirtió de lo lindo con sus rumbas en el londinense Albert Hall. En el otro lado del Atlántico, los Gipsy Kings recibieron las bendiciones públicas de Joan Baez, Springsteen, Eric Clapton y Mickey Rourke.

La Prensa parisina les llama embajadores del flamenco-rock; el semanario L´Evenement du Jeudi les consagra un largo artículo con el título "Tornado gitano sobre el Top 5"; el diario Liberation les proclama primer grupo de rock francés del mundo. Es todo surrealista y no deja de ser curioso que el grupo flamenco más popular del universo sea una criatura comercial francesa.

En los años 70, los Reyes actuaban en las playas del sur de Francia, en salas de fiesta baratas, yates privados y bodas, bautizos y comuniones, y así fue como se ganaron a sus dos primeros ilustres fans: Regine y Brigitte Bardot

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