Los gritos del silencio
CON EL inicio de la cotización del Banco Santander en el mercado continuo bursátil comienza la última fase de consolidación de este sistema de contratación, que está llamado a ser el liquidador de la bolsa tradicional, en la que a lo largo de más de un siglo se ha venido comprando y vendiendo en distintos corros a viva voz. A partir de ahora, los gritos y susurros tendrán al ordenador como único ejecutante.Pero, aparte de la anécdota del día, lo cierto es que no deja de ser significativo que el sector bancario español empiece a abandonar el sistema de contratación por caja, una modalidad que ha permitido a los cuidadores de los valores saber de antemano la oferta y la demanda existentes en lo que se había dado en llamar una bolsa de caballeros; en realidad, un procedimiento por el que la mayoría de los participantes intercambia favores con tanta facilidad como títulos, lo que ha favorecido la introducción de órdenes ajenas al mercado con el único fin de controlar el cambio de estas instituciones. La mayor transparencia que impone un sistema de contratación a la vista de todos va a dotar a la bolsa, sin lugar a dudas, de una credibilidad que en muchas ocasiones se había puesto en entredicho.
A partir de este momento, todos los operadores del mercado tendrán acceso a la misma información en lo que concierne a las operaciones de compraventa de los valores bancarios, lo que viene a suponer una democratización de la fijación del cambio de estas entidades.
Además, la consolidación de la contratación a través del mercado continuo con la llegada ahora de los valores bancarios supone que ahí estarán presentes los grandes acorazados de la bolsa española, y todos con un único precio, independientemente de la plaza nacional de contratación de donde parte o llega la orden de compra o de venta. Así, las bolsas de Madrid, Barcelona, Bilbao o Valencia ven disminuir cada día su importancia como tales a favor de un solo centro contratador.
En cualquier caso, todavía no está suficientemente claro cuál será el papel que queda por desarrollar a estas plazas locales, que, de convertirse exclusivamente en. centros contratadores de valores regionales -siguiendo el ejemplo de otros países europeos-, pueden ver amenazada incluso su propia existencia, puesto que las pequeñas y medianas empresas españolas continúan sin querer acudir a la bolsa para satisfacer sus necesidades de capital. Esta resistencia tradicional no se ha superado ni con las normas específicas introducidas para que este tipo de sociedades pudiera cotizar en el mercado secundario, en el que las obligaciones de información contable facilitaban el acceso.
Si estas resistencias continúan y los responsables del mercado bursátil no encuentran fórmulas atractivas para inducir a este tipo de sociedades a utilizar la bolsa, todos los mercados, a excepción del de Madrid, pueden verse abocados a colocar el letrero de se cierra por falta de negocio". Esto significaría, además, que las pyme perderían sus futuras posibilidades de independencia financiera, al no contar con mercados de valores locales apropiados, y que tendrían que continuar dependiendo de la banca o las cajas para cubrir sus necesidades de dinero, a precio más alto.
En cualquier caso, el éxito del mercado continuo robustece el negocio bursátil en su conjunto, en una línea similar a las reformas y mejoras acometidas por otros países comunitarios. De esta forma, los operadores veteranos verán con algo menos de tristeza cómo el tradicional parqué bursátil se vacía de gritos, prisas y empujones. Y es que los chips ni siquiera susurran, pero son la apuesta del futuro.
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