Paisaje con niño
Aquel héroe bravucón, alegre, astuto y, protagonista de un sinfín de películas de aventura que el auparon a la fama y al estrellado comenzó a decaer al final de la década de los cuarenta. Errol Flynn ya no era sombra de sí mismo cuando interpretó a Kim de la India el papel de aventurero.La película basada en la mejir novela de Ruyard Kipling continuaba el furor despertado por el género de aventuras que en esa época fomentaba Holluwood para hacer olbidaar al mundo sus recientes crisis.
A lo atractivo de la aventura se añadía el interés por el exotismo de países lejanos, aunque en muchos casos las películas fueran rodadas en estudios mediocres y con escasos medios.
Aunque menos famosa, es contemporánea de El prisionero de Zenda y Las minas del rey Salamón, más populares. Flynn encabeza el reparto y sale airoso en su interpretación. La Metro le asignó especialmente un papel adecuado a su edad para recuperar su prestigio y su protagonismo. Pero como el verdadero protagonista de la película es el papel del niño, y Dean Stockwell, entonces niño prodigio, eclipsó hasta límites insospechados la presencia estelar de Flynn.
Kim de la India se emite a las 18
00 horas.
El actor no consigue cautivar a la audiencia como de costumbre. La energía infantil de Stockwell y los excelentes paisajes de la India lo impiden.A pesar de ser un buen relato, la excesiva artificialidad en la dirección por parte de Victor Saville dificulta que el verdadero espíritu de Kipling se refleje en la película. El misticismo de la gran aventura y el amor a la India que respira la novela no quedan registrados, por lo que se pierde en el filme elementos iimportantes par ala comprensión de la historia.
Noi obstante esta era la tónica general de este tipo de películas hasta que Jonh Huston demostrara lo contrario en El hombre que pudo reinar.
El duque negro continúa la aventura con un argumento histórico sobre los avatares de la casa Borgia. César Borgia es un estadista y gran despóta que se encuentra en pleno apogeo de poder. Esta producción italo española olvida el rigor histórica y centra la atención en un interito de asesinato con claras intenciones de hacer de la película una trama de intriga. La ambientación histórica es el objetivo de este filme que rezuma artificilidad y no aporta los datos para comprender la relevancia de tal figura histórica.
Una empresa fállida de dos países cuya cinematografía difícilmente podía afrontar una recreación histórica en los años sesenta. Los propios intérpretes acostumbrados a piroductos de serie B -como Cameron Mitchell- confirman las escasas pretensiones del producto.
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