La CE aplaza el ingreso de Turquía hasta el siglo XXI
Turquía no reúne las condiciones políticas, económicas y sociales adecuadas para negociar su ingreso en la CE, según el dictamen aprobado ayer por la Comisión Europea. El informe recurre a un aplazamiento indeterminado en el tiempo —"hasta el próximo siglo", según interpretación de fuentes comunitarias— para evitar el probable veto, no sólo de Grecia, a la candidatura presentada por Turquía el 14 de abril de 1987.
La unidad e independencia de la isla de Chipre, actualmente dividida en dos sectores —uno turco y el otro greco-chipriota—, es también una condición previa a la adhesión.
Además de la no respuesta a la petición de Turquía, la Comisión Europea establece un cuadro general para cualquier futura ampliación de la CE. "Hemos considerado", manifestó el comisario Abel Matutes al dar cuenta del acuerdo, "que de aquí a 1993 debemos concentrar nuestros esfuerzos en los objetivos impuestos en el Acta Única, así como en la unión económica y monetaria". El principio general es que "no es conveniente que una Comunidad en plena evolución, dentro de una Europa en mutación, se comprometa a nuevas negociaciones de adhesión".
Capacidad de gestión
Cualquier negociación para la entrada en la CE deberá esperar a 1993 "como mínimo, salvo circunstancias excepcionales", según la comisión. Para una ampliación, dice el documento, "habrá que saber primero si la Comunidad puede adaptar su funcionamiento institucional para acoger en su seno nuevos miembros sin correr el riesgo de debilitar su capacidad de gestión".
En lo que respecta al caso concreto de Turquía, los problemas son mayores. En primer lugar, la comisión sortea con su dictamen indefinido el pronunciamiento del Consejo de Ministros de la CE, dado que en este momento la unanimidad requerida es imposible de conseguir. El informe hace referencia a una legislación política próxima a las normas que existen en los países de la CE y a que "los derechos humanos no han alcanzado aún el nivel necesario para una democracia".
Abel Matutes hizo también hincapié en el apartado referido a los aspectos negativos del conflicto entre Turquía y un Estado miembro de la Comunidad (Grecia), así como a la situación de Chipre, sobre la cual el Consejo Europeo de Estrasburgo acaba de expresar su profunda inquietud. Sobre este aspecto, la Comisión Europea abandona su anterior tesis de que se trata de un conflicto bilateral y se pronuncia por primera vez de una manera firme al precisar que "se trata de la unidad, la independencia, la soberanía y la integridad territorial de Chipre, en conformidad con las resoluciones pertinentes de las Naciones Unidas".
Matutes dejó clara la legitimidad de las aspiraciones de Turquía a ser socio de la CE, "no sólo por su calidad de miembro de la OTAN, sino por su papel equilibrador para una buena vecindad con países como Irán y Siria".
Sin embargo, a las deficiencias políticas se unen los problemas de la economía turca, identificados en una diferencia sustancial de desarrollo, disparidades estructurales y macroeconómicas, proteccionismo industrial, una inflación de más del 60% y un nivel de protección social débil. En concreto, el dictamen se refiere a que "el acceso de la mano de obra turca al mercado de trabajo de la Comunidad suscita aprensiones, sobre todo mientras persista una tasa de paro elevada en la CE". El fuerte crecimiento demográfico convertirá en el año 2000 a Turquía en un país más poblado que cualquiera de los Estados comunitarios.
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