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LA BATALLA POR EL VOTO EN GALICIA

La paradoja nacionalista

Los partidos galleguistas tienen poca fuerza electoral, pero deciden Gobiernos.

Xosé Hermida

Enfrentados por mil ininteligibles batallas, los partidos nacionalistas gallegos han languidecido durante la última década. La fortaleza de las grandes formaciones estatales les ha impedido desde la transición acercarse siquiera al nivel de apoyo popular conseguido en la II República por el histórico Partido Galeguista. Sin embargo, esta debilidad electoral no ha evitado que los nacionalistas se hayan convertido en una pieza clave para la constitución del Gobierno autónomo gallego. Los nacionalistas gallegos viven instalados en una, paradoja permanente.

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Dos viejos enemigos

En las elecciones legislativas del 29 de octubre, perdieron su único representante en el Congreso de los Diputados, pero dentro de uña semana pueden tener en sus manos la decisión sobre el futuro político de Galicia en los próximos cuatro años. Su intervención ya fue decisiva en septiem bre de 1987, cuando colaboraron con el PSOE para desbancar de la Xurita al aliancista Gerardo Fernández Albor, y ahora se perfilan como los únicos aliados posibles para que los socialistas puedan evitar un Gobierno de Fraga tras los comicios del próximo día 17. Es la paradoja de quien no tiene poder pero sí influencia. Además de ocupar una estratégica posición política, el nacionalismo gallego posee una notable capa cidad de movilización, sobre todo a través de los sindicatos Internacional Sindical de Trava lladores Galegos, Confederación Xeral de Traballadores Galegos y la organización agraria Comisiones Labregas. Es también una ideología de importante peso en los ambientes culturales.

Los propios partidos nacionales han experimentado una pro gresiva galleguización en su imagen y actitudes exteriores. En esta campaña hasta Manuel Fraga se declara nacionalista y utiliza mayoritariamente el gallego en sus intervenciones públicas, el idioma que usa habitualmente un 70% de la población. Hasta hace cuatro años el nacionalismo era patrimonio casi exclusivo de la izquierda, que se quejaba habitualmente de la ausencia de un partido burgués autonómico, al estilo de Cataluña y Euskadi. En 1983 surgió Coalición Galega (CG), la primera fuerza no socialista que asumía la bandera del socialismo. Coalición Galega era un intento de reorganizar los restos de UCID en Galicia bajo el mando del empresario orensano fallecido en 1988, Eulogio Gómez Franqueira, el hombre que hizo famosa la frase los caciques somos gente honrada". El nuevo partido logró un gran éxito en las municipales de 1983 y sobre todo en las autonómicas de 1985, en las que sus 11 diputados permitieron al nacionalismo en su conjunto tocar techo electoral: más de 315.000 votos, el 25 ' % del total de sufragios emitidos. Coalición Galega se convertía además en la llave para la formación de Gobierno. Esta privilegiada situación acabó convirtiéndose en una trampa para el nacionalismo moderado. Las disputas entre los partidarios de pactar con Alianza Popular y los que propugnaban un acuerdo con el PSOE desembocaron un año después de las elecciones en una escisión encabezada por el que fuera candidato a la presidencia de la Xiinta Pablo González Mariñas. El grupo que abandonó CG formó el Partido Nacionalista Galego (PNG), al que más tarde se uniría lo poco que quedaba del viejo Partido Galeguista.

Falta de sincronía

El motivo que desencadenó la ruptura de Coalición Galega acabó por hacer compañeras de viaje a las dos facciones que meses antes se peleaban casi a bofetada limpia. El artífice fue Xosé Luis Barreiro, que tras abandonar Alianza Popular- encontró acomodo en CG, se hizo con su liderazgo, radicalizó su discurso y apoyó junto con el PNG la moción de censura socialista. Los dos grupos han compartido tareas de gobierno durante dos años y apenas mantienen diferencias ideológicas, pero eso no ha sido suficiente para lograr la reunificacióni Cuando uno quería, el otro no estaba dispuesto, y entre meses de interminables juegos dialécti cos han tenido que pasar por amargos trances electorales: *en los últimos comicios legislativos no llegaron- a 60.000 votos entre los dos, 20.000 menos que en la misma convocatoria de 1986 y la tercera parte del apoyo consegui do en las autonómicas de 1985. Su esperanza es la tradicional Jendencia de los gallegos a mostrarse más nacionalistas a la hora de elegir su propio Parlamento,'pero algunos temen que puedan correr la misma suerte que Unidade Galega, una erimera coalición de centro-izquierda que en las municipales de 1979 obtuvo la alcaldía de La Coruña. Por contra, el nacionalismo de izquierda está en condicionesde recuperar de nuevo la hegemonía-perdida. Partido Socialista Galego-Esquerda Galega (PSG-EG) y Bloque Nacionalista Galego (BNG), hasta ahora con tres escaflos el primero y uno el segundo, se configuran como dos fuerzas decisivas para la formación del próximo Gobierno si Fraga no consigue la mayoría absoluta. El PSG-EG representa el socialismo democrático, muy mimético de Euskadiko Ezkerra (EE), y aunque reclama el desarrollo del autogobierno, acepta el marco autonómico. El BNG es un frente articulado en torno a un partido marxista-leninistá, la Unión do Pobo Galego, que considera inservible el actual estatuto y reclama el derecho a la autodeterminación. Sin embargo,' en los dos últimos años ha moderado sensiblemente su lenguaje y se ha abierto a la colaboración con otras fuerzas nacionalistas.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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