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Tropas leales y rebeldes confraternizan en Manila al finalizar la rebelión

El golpe, el más grave en los casi cuatro años de presidencia de Aquino, había comenzado en la madrugada del pasado día 1.Las tropas amotinadas en Makati, alrededor de 400 soldados del cuerpo de élite de los Ranger, salieron con sus armas cargadas, entonando el himno nacional y canciones militares y ondeando banderas filipinas y se dirigieron a Fort Bonifacio el cuartel general del Ejército situado a unos cinco kilómetros de Makali, en donde han sido colocados en estado de arresto hasta que se esclarezca el grado de responsabilidad. Portavoces oficiales del Ejército afirmaron ayer que los revoltosos recibirán un castigo justo y humano.

El líder de los rebeldes, coronel Rafael Gálvez, mostraba ayer por la mañana un rostro relajado y hasta de victoria cuando inició la marcha a pie junto a sus soldados, poco después de que el general Enrile anunciara en una conferencia de prensa en la calle que: se había llegado a un acuerdo durante la madrugada.

Ninguna de las dos partes empleó el término rendición y más de uno de los soldados golpistas declaraba victoria: "Hemos logrado transmitir al pueblo filipino la necesidad de que Aquino tiene que cambiar la forma de gobernar", dijo uno de ellos.

Acuerdo entre caballeros

La gente ha simpatizado con el argumento de los rebeldes de que la presidenta ha traicionado los ideales de la revolución popular de 1986, que significó el final de la dictadura de Ferdinand Marcos, al haberse rodeado de un Gabinete inepto y permitir que se extienda la corrupción. "Son personas razonables, que han aceptado regresar a sus cuarteles por bien del país y del pueblo filipino", afirmó ayer el general Enrile.

Las negociaciones entre las dos partes finalizaron al alba del jueves con un "acuerdo entre caballeros", según señaló el alto jefe militar. Uno de sus ayudantes en las negociaciones, el capitán Gaudencio Pangilina, admitía horas más tarde a la entrada de Fort Bonifacio que él comparte muchas de las quejas de sus conmilitones -"hay demasiado politiqueo en Filipinas", dijo- pero discrepa con el método empleado.

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Escenas de abrazos y de saludos entre combatientes de tino y otro lado se produjeron cuando el pelotón de golpistas se concregó frente al hotel Intercontinental, en la esquina de la avenida Ayala, para iniciar la marcha hacia Fort Bonifacio. No había una atmósfera densa que reprodujese las posturas irreconciliables de los días de asedio.

Concluía así un golpe tragicómico, que ha costado más inuertes de civiles (43) que de militares (36), según las cifras oficiales dadas por el propio Ejército.

El ministro de Defensa, Fidel Ramos, manifestó ayer que 3.000 militares han participado en, el levantamiento, pero aseguro que la milicia sigue siendo fiel a la presidenta Aquino.

Sorprendente afirmación

El ministro dijo que el foco de golpismo es pequeño, afirmación un tanto sorprendente, si se considera que en menos de cuatro años las fuerzas armadas se han levantado seis veces contra el Gobierno. El propio comandante en jefe del Ejército, general Renato de Villa, reconocía ayer no poder gararitizar que no se produzcan nuevas intentonas golpistas.

Ayer por la noche seguía sin concluir definitivamente en la base aérea de Mactan, de Cebú, a 560 kilómetros al sur de Manila, donde el Gobierno y los golpistas seguian negociando.

La presidenta Aquino ha invitado al pueblo filipino a que participe hoy por la tarde en una misa de acción de gracias oficiada en el centro de la oficial por el cardenal arzobispo de Manila, Jaime Lachica Sin.

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