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El Gobierno filipino dice que la rebelión ha sido aplastada

El Gobierno filipino aseguró ayer que la rebelión militar ha sido aplastada, pero la situación sigue siendo muy confusa tres días después del intento de golpe de Estado contra la presidenta de la República, Corazón Aquino. Tropas rebeldes se han rendido tras no poder adueñarse del cuartel general de las fuerzas armadas de Campo Aguinaldo, a las afueras de Manila, pero grupos aislados mantienen posiciones en Makati, el distrito financiero y comercial de la capital.

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Aquino ha rechazado una oferta de alto el fuego que evite más derramamiento de sangre. Un centenar de muertos y cerca de un millar de heridos se estima que ha sido el resultado provisional de este golpe, el más cruento desde que Aquino llegó a la jefatura de la nación, en febrero de 1986.El ministro de Defensa, Miguel Ramos, y el comandante en jefe del Ejército, Renato de Villa, aseguraron ayer que la intentona había sido aplastada después de que fuerzas rebeldes fracasaran en sus esfuerzos por tomar Campo Aguinaldo, tras librar una dura batalla durante las primeras horas de la mañana. De Villa declaró por la tarde que el jefe de los asaltantes, comandante César de la Peña, y más de 200 soldados habían sido detenidos. Los rebeldes atacaron el cuartel al amanecer del domingo, pero fueron repelidos por disparos de aviones y el Ejército.

Grupos aislados seguían controlando ayer parte del distrito financiero y comercial de Makati, donde se ubican varios lujosos hoteles y embajadas extranjeras. Los sublevados tomaron el sábado por la noche el hotel Intercontinental y se apostaron en los tejados de varios rascacielos de oficinas, desde donde controlan el barrio. Las tropas leales al Gobierno no se atrevieron a romper el cerco por temor a provocar la matanza de muchos civiles inocentes que viven en esa zona.

Aquino, que asistió por la mañana en compañía de su familia a una misa celebrada en el palacio de Malacañang, rechazó una oferta de los golpistas de establecer un alto el fuego. "Lo que ellos empezaron, nosotros lo terminaremos", afirmó en una conferencia de prensa la presidenta filipina, que afronta la rebelión militar más grave de los casi cuatro años que han transcurrido desde que un levantamiento popular la llevó al poder tras ser derrocado el dictador Ferdinand Marcos. A pesar de las enérgicas palabras, el poder de Corazón Aquino se va debilitando día a día. El hecho de que su Gobierno no haya podido sofocar completamente la revuelta agranda el peligro de que se produzcan a corto plazos discrepancias en el seno de la cúpula militar del país.

El comandante en jefe del Ejército, general Renato de Villa, afirmó ayer que el coste de los enfrentamientos había sido terrible, y dijo que el número de detenidos era de 53 oficiales y 450 soldados. Entre los capturados figura el teniente coronel Quito Legazpi, que está vinculado al fugitivo y carismático teniente coronel Gregorio Gringo Honasan, que intentó hace dos años derrocar a Aquino y sobre el que recaen las mayores sospechas de haber planeado la actual rebelión. Gringo ha pedido desde la clandestinidad la dimisión de Aquino y la constitución de un nuevo Gobierno "nacionalista y reformista".

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Aislamiento

Manila permaneció ayer, por tercer día consecutivo, aislada del exterior. El aeropuerto Ninoy Aquino continuó cerrado, pero las autoridades anunciaron anoche que será reabierto a mediodía de hoy. Numerosos extranjeros aguardan para salir del país, al tiempo que más de millar y medio de filipinos esperan en Hong Kong poder retornar a su patria. También está cerrado el aeropuerto internacional de Mactan, en Cebú, a 560 kilómetros al sureste de la capital, donde, al parecer, los rebeldes controlan todavía una base aérea. Manila está prácticamente paralizada. Los servicios públicos apenas funcionan.

Un portavoz de la base aérea de Clark declaró ayer que ningún avión norteamericano ha vuelto a tomar parte en acciones de apoyo al Ejército filipino. Corazón Aquino solicitó el auxilio de Estados Unidos el viernes pasado, poco después de que el palacio de Malacañang fuese atacado por la aviación rebelde. La petición ha sido criticada con dureza por la oposición. La Prensa filipina considera que Aquino puede haber hipotecado con ello seriamente su futuro político, con un gesto que ha descubierto la debilidad de su Gobierno y devaluado la independencia de la antigua colonia norteamericana. El presidente de EEUU, George Bush, declaró ayer en Malta que no estima necesario recurrir a una nueva acción militar de apoyo a Aquino para aplastar la rebelión.

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