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Tribuna:LOS CAMBIOS EN EL ESTE
Tribuna
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Economía y crisis nacional en la URSS

La crisis nacional que atraviesa la Unión Soviética no tiene como antecedente fundamental, ni siquiera inmediato, la situación económica actual, sino que está determinada por factores históricos largamente incubados desde la configuración misma del imperio zarista, durante los siglos XVIII y XIX.Posteriormente, la alternativa (formalmente federal) plasmada en las sucesivas Constituciones de la URSS y, de manera particular, el funcionamiento político centralizado y rusófilo han conducido a una manifiesta incompatibilidad entre la aguda problemática existente en muchas nacionalidades y la estructura jurídico-política vigente.

No obstante, la intensa crisis económica que padece la URSS exacerba las desigualdades y polarizaciones entre zonas desarrolladas y zonas atrasadas, determinadas por el modelo de acumulación imperante desde los años treinta, lo cual actúa como .telón de fondo del recrudecimiento de la conflictividad nacional. Los datos obtenidos en un breve estudio que hemos realizado permiten apreciar la considerable desigualdad que sigue reproduciéndose entre el comportamiento de las zonas más occidentales y las repúblicas del Cáucaso y Asia Central.

Lógicamente, los datos globales de la situación económica del conjunto de la URSS se ven determinados por la influencia determinante que ejerce la República de Rusia. Esta gigantesca república dispone de las tres cuartas partes del territorio soviético y, aunque en descenso, de la mitad de la población soviética. Genera, además, alrededor de la mitad de la producción industrial y agrícola de URSS .

Clasificando a las 15 repúblicas soviéticas según su evolución económica durante el trienio 1986-1988 se pueden establecer los siete grupos siguientes:

Bielorrusia y Lituania son las repúblicas que muestran una mejor situación económica, con un crecimiento del ingreso nacional del 5%,-6% anual, apoyado tanto en la industria como en la agricultura (menos en Lituania), tanto en un leve incremento del empleo como en las productividades más altas de toda la Unión, mientras sigue creciendo su existencia de capital, con un fuerte ritmo de inversiones. También se cuentan entre las repúblicas de mayor incremento del comercio y de los niveles retributivos de la población.

Las otras dos repúblicas bálticas, Letonia y Estonia, tienen situaciones casi inversas. Letonia está entre las repúblicas de crecimiento intermedio (4% de media anual), basado tanto en la industria como en la agricultura y el comercio; no pierde empleo y tiene una productividad que crece en tomo al 4% anual, aunque el ritmo de inversiones está bajando; se sitúa entre las repúblicas de mayor incremento de las remuneraciones recibidas por la población. Estonia tiene un crecimiento reducido tanto en la industria como en la agricultura, si bien aumenta el comercio; la caída del empleo apenas se compensa con una productividad intermedia y, al contrario que Letonia, las inversiones recientes están creciendo a buen ritmo; los aumentos retributivos se cuentan también entre los más elevados.

Moldavia y Ucrania

Moldavia y Ucrania tienen un crecimiento algo superior al de toda la Unión. Moldavia es una zona agraria con débiles resultados en este sector, pero que mejora en la industria y en el comercio; el nivel de empleo cae y su productividad crece a un ritmo del 5% anual, en tanto que la nueva dotación de capital crece lentamente, al igual que los ingresos de la población. Ucrania tiene un ritmo aceptable de crecimiento industrial (4%) y comercial (5%), pero menor en la agricultura; la caída del nivel de empleo es simultánea, con un incremento intermedio de la productividad (4,5%), que se complementa con un alto crecimiento de las inversiones.

Rusia tiene un crecimiento del ingreso nacional similar al de toda la Unión, algo más alto en la industria y más bajo en la maltrecha agricultura. La pérdida de empleo se compensa parcialmente con un ritmo de productividad del 4% anual.

Entre las tres repúblicas menores de Asia Central, Kirguisia ofrece un mayor crecimiento económico que Tayikistán y Turk menistán. Las tres son zonas agrícolas con un débil grado de industrialización, pero que aumentan la tasa de crecimiento de este sector. La agricultura crece más en Kirguisa y Turkinenistán que en Tayikistán; en las tres sigue incrementándose la dotación de trabajo, pero su productividad es débil, y sólo Tayikistán muestra un crecimiento sensible de las inversiones en estos últimos años. Las dos grandes repúblicas asiáticas, Kazakistán y Uzbekistán, también son zonas agrarias con algunos enclaves industriales. Kazakistán está creciendo más que Uzbekistán, tanto en la industria como en la agricultura; ambas aumentan la dotación de trabajo, pero mantienen un bajo ritmo de mejora de la productividad; el incremento de las inversiones es más alto en Kazakistán, y ambas se cuentan entre las repúblicas con menores incrementos remunerativos.

Las tres repúblicas del Cáucass, Georgia, Azerbaiyán y Armenia, arrojan los peores resultados de la URSS. Su crecimiento es mínimo, y así sucede en todos los sectores productivos; su débil aumento del empleo se complementa con una baja productividad, en tanto que las inversiones y la existencia de capital apenas están creciendo; sus incrementos retributivos también son inferiores al resto.

Coyuntura

Evidentemente, este detalle descriptivo no muestra el funcionamiento estructural y las relaciones entre las economías de las 15 repúblicas, ni tampoco expone los antecedentes que han prefigurado los resultados económicos de estos últimos años, ni siquiera matiza las cifras de crecimiento en términos per cápita, ni reduce el componente inflacionista que incluyen. Tan sólo ilustran someramente la coyuntura general de sus economías.

El mapa del crecimiento sólo guarda una discreta relación con el mapa de los conflictos nacionales. Según éste, la crisis presentados puntos agudos de naturaleza distinta: el Báltico y el Cáucaso. En el primer caso, los litigios son de orden político-histórico, estando en juego el grado de autonomías y/o independencia respecto al conjunto de la URSS; su dinámica ha adquirid un carácter igualmente político con la creación de los frentes populares y la relación entre sectores reformistas de fuera y de dentro del partido comunista. Por e contrario, en el Cáucaso, la conflictividad es de orden étnico-territorial, entrando en juego facto res culturales, incluso religiosos con situaciones espasmódicas de violencia, de pugna entre nacionalidades y sin apenas margen para su canalización política por la vía de la negociación entre las zonas en conflicto y/o con el con junto de la Unión.

En el caso del Báltico, la situación económica puede actuar como aliciente que refuerza el ánimo autonomista de las repúblicas (excepto en Estonia), mientras que la situación de las economías del Cáucaso presenta un agudo deterioro donde convergen factores episódicos, como el terremoto padecido por Armenia, con factores de una profunda crisis nacional, agudizada por la hostilidad entre Azerbaiyán y Armenia en el enfrentamiento de Nagorno-Karabaj, y el problema de Abjasia, en Georgia.

Las cinco repúblicas centroasiáticas no presentan hasta el momento una problemática nacional aguda, aunque sí diversos grados de conflicto más o menos vinculados al tema nacional en los casos de Uzbekistán y Kazakistán.

En la zona occidental, el crecimiento económico es más alto y la situación nacionalista todavía no ha eclosionado con fuerza. En Ucrania, la identidad nacional parece que se vehiculiza hacia la consolidación de posiciones políticas y culturales frente a la influencia rusa; en Bielorrusia, la trama nacional sólo está en ciernes, sin contornos definidos, y en Moldavia sucede algo parecido, adquiriendo una problemática cultural-lingüística y territorial derivada de la presencia de una mayoría de la población de origen rumano.

Fernando Luengo y Enrique PaIazuelosson profesores de Economía Internacional.

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