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Hostal, triste hostal

Los desalojados de Cava Baja, a la espera de un lugar donde vivir

Luz Sánchez-Mellado

"Papá, quiero irme a la casa vieja". Zeus, de cuatro años, hijo del cocinero en paro Juan José Rico y de su compañera, Rocío López, no se acostumbra a su nuevo hogar. Una habitación de cuatro metros cuadrados en la que siempre es de noche, por su ausencia de ventanas, y sólo tiene un lavabo con un hilo de agua fría y marrón, al que Zeus tiene que auparse muchas veces a hacer pipí, "porque si no me lo hago encima en el camino al servicio", un cuarto de baño comunitario situado a 100 metros. La familia de Zeus, una de las desalojadas de la Cava Baja, espera un hogar definitivo.

Como otras 15 familias, Juan José, Rocío y Zeus, tres de los inquilinos desalojados por el Ayuntamiento en la víspera de la Almudena del edificio situado en la calle de la Cava Baja, número 30, por expediente de ruina inminente, viven desde entonces en dos hostales del centro, sufragados por las arcas municipales. Una vida que los afectados califican como un calvario y que le cuesta al Ayuntamiento entre 80.000 y 150.000 pesetas al mes por cada familia, "lo mismo que un apartamento casi de lujo en la Castellana".Siete de la mañana. Los realojados de Cava Baja en el hostal Breogán, en la calle de Fuencarral, 25, abren los ojos en medio de la oscuridad total que proporciona a sus habitantes a cualquier hora del día la ausencia total de ventilación y luz de estos cubículos con suelo de plástico y mortecina luz de bombilla de 40 vatios suspendida de un techo cuya altura denota pasadas épocas de esplendor del inmueble. Los que tienen la suerte de trabajar se marchan pronto. Los parados, jubilados y niños comienzan una jornada que se caracteriza, según su expresión, por un constante viaje a ninguna parte.

"Desde que nos levantamos tenemos que ponernos en movimiento, ya que nadie en su sano juicio puede permanecer mucho tiempo en una ratonera como ésta, y cada movimiento que hacemos significa dinero que gastar. No podemos siquiera calentar un vaso de leche a los niños en la habitación; para todo tenemos que bajar a un bar, que nos cobra 20 duros por un café".

Lavar la ropa

Éste es el programa habitual de una jornada de estas familias realojadas que tienen todavía sus muebles en sus antiguos domicilios de Cava Baja, 30. Lavar la ropa... ¿dónde?, el agua caliente brilla por su ausencia; el cuarto de baño..., hay que coger un taxi para ir a mear; juguetes para el niño... no caben. Juan José Rico resume así el rosario de sus desgracias desde que entró en el hostal Breogán, "un sitio decente para pasar una noche de paso en Madrid, pero un campo de concentración para la estancia indefinida de una familia con hijos".Otros desalojados en el Breogán, 16 de los 37 afectados, no han aguantado. Ana María Esteban ha preferido pedir asilo a una pariente, cuando sus dos hijos, de 18 meses y 10 años respectivamente, comenzaron a presentar los primeros síntomas de gripe. Aunque con distinta situación, el resto de desalojados de Cava Baja, realojados provisionalmente en el hotel Finisterre, con baño y teléfono en cada habitación, también están hartos de su situación. "Hemos intentado que nos buscaran otros hostales o apartamentos para aguantar hasta que nos den un piso de la Empresa Municipal de la Vivienda (EMV), pero la asistenta social nos dice que nos lo busquemos nosotros", dice uno de los desalojados, que no se cree que el Ayuntamiento no disponga ahora de viviendas.

Por su parte, el concejal presidente de la EMV, Luis Álvarez, ha garantizado que los desalojados de Cava Baja "podrán trasladarse a viviendas municipales en cuanto dispongamos de ellas, ya que ahora no tenemos ni una sola que ofrecer". El concejal añade que el Ayuntamiento no está obligado a realojar a estas personas: "Si lo hacemos es por pura sensibilidad social".

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Sobre la firma

Luz Sánchez-Mellado
Luz Sánchez-Mellado, reportera, entrevistadora y columnista, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y publica en EL PAÍS desde estudiante. Autora de ‘Ciudadano Cortés’ y ‘Estereotipas’ (Plaza y Janés), centra su interés en la trastienda de las tendencias sociales, culturales y políticas y el acercamiento a sus protagonistas.

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